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LA REFORMA DE LOS ESTUDIOS FILOSOFICOS. 13 más, y nos ha merecido siempre el mayor afecto. En esta segura in­ teligencia debo suplicar a vm. que, ante el amigo y señor don Miguel Lorieri, discurran con don Domingo Codina (a quien escribo esta posta) el modo más proporcionado para informar al exmo. sr. don Manuel de Roda de las cualidades de los consultados, a fin de quedar atendido por S. E. nuestro Dr. Josa, supuesto que del nuevo plan de estudios no hay que confiar por ahora, repugnándolo nuestros jefes, a quienes en este particular y otros extraños asuntos patrocina ciega­ mente el sr. director. No sé si ahí la muerte del sumo pontífice Cle­ mente XIV ha hecho la misma impresión que aquí. Lo cierto es que la enseñanza de la sana doctrina, prescrita en el nuevo plan, es el úni­ co medio para exterminar la doctrina sanguinaria. Dios N. S. conser­ ve la preciosa vida de nuestro católico monarca, ilumine para el pron­ to acierto a sus ministros, y felicite a vuestra paternidad los muchos años desea su verdadero amigo y afecto servidor, q.b.l.m.d. V.P. = Fr. Sebastián Pier»6. El «nuevo plan», al que repetidamente se alude en esa carta, no es el que Cervera acababa de darse, enmendando el de Salamanca reci­ bido del Consejo como muestra, pues en aquél se eliminaba la sana doctrina , sino ese mismo de Salamanca, inspirado, en cuanto a filosofía y teología, por los dominicos: éste era el instrumento exterminador de las doctrinas rivales, al que se refiere Pier, e, incluso, de la entrada de la filosofía moderna en la universidad. Y habría fracasado en Cer­ vera por la «repugnancia de nuestros jefes», o sea, del cancelario, cen­ sor regio, juez del estudio y otras autoridades académicas, respaldadas por el director de la universidad. El influjo de su Orden en el plan filosófico-teológico de la univer­ sidad salmantina fue ya visto y declarado meridianamente por Fran- 6. AHSGJ, leg. 941. Carta de fray Sebastián Pier a fray Marcos Sánchez, fechada en Cervera a 23.X.1774; se buscaba la recomendación del sobrino de Roda, Miguel Joaquín de Lorieri, ante su poderoso tío. La carta de Pier de­ ja entrever algunas piezas de la cadena transmisora de recomendaciones por ambos bandos en lid. Cuando Miguel María de Nava fue designado director de la universidad de Cervera, era miembro del gabinete ministerial presidi­ do por el conde de Aranda, del que debían provenir todos los directores de las universidades (auto-acordado de 20.XII.1768). Entre Nava y Domingo Co­ dina se mantendrán las discrepancias sobre el cancelario de Cervera durante bastantes años, como revela una carta del segundo a Roda, acusando de au- tárquico, en 1782, el sistema de informes secretos de Fuertes y Piquer: «la universidad se halla cada día, por este motivo, en mayor decadencia, entre­ gada al dictamen de uno solo para la provisión de las cátedras de todas las facultades», a lo que replicaba Nava, en otra carta al mismo destinata­ rio, que el nuevo sistema de nombrar jueces para la graduación de los ejer­ cicios de oposición, tan claro a Campomanes, no se había demostrado en la práctica, ya más que decenal, ni más eficaz ni más honrado ( ibid .).

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