PS_NyG_1986v033n001p0007_0035

12 GERMAN ZAMORA ¿Por qué fue prolongándose sine die la aparente indiferencia del Consejo ante el plan cervariense, cuya elaboración él había urgido? ¿Por qué, siendo tan clara su pauta contra los textos partidistas y la toma de posición por la universidad en el mismo sentido, falló, no obstante, la decisión última de aquel ministerio y consintió, implícita­ mente al menos, la vigencia de manuales de escuela o, lo que era más incoherente, la de la enseñanza por dictado? ¿Mediaba alguna rémora que varara el asunto precisamente a nivel del poder decisorio final? No faltan indicios para suponerlo. Si las autoridades de aquella universidad favorecían la orientación ecléctica del estudio filosófico, y por eso el plan triunfaba a nivel local, existía también una tenden­ cia minoritaria paralela, que buscaba el valimiento de personalidades influyentes en la Corte para contrarrestarla. Podía ocurrir lo mismo cuando se trataba de lograr una cátedra más para la propia escuela que de mandar al dique seco, como en este caso, todo un plan de estudios, con la esperanza tal vez de poder retocarlo en mejor ocasión a su imagen y semejanza o, lo que es lo mismo, a la del «modelo de Salamanca». Respalda esa hipótesis, entre otros documentos de archivo, una car­ ta de Sebastián Pier, dominico, a su correligionario Marcos Sánchez, que debía gozar de valiosa influencia en Madrid, en favor de un «adic­ tísimo a la doctrina de santo Tomás»: «Cervera, octubre 23 de 74. Mi carísimo padre presentado, amigo y dueño: Ya que la fortuna, fuera de toda esperanza, me mantiene en esta real universidad, no puedo, sin faltar al honor de mi oficio, descuidar del mayor lustre de la escuela del Angélico Maestro, suplicando a vuestra paternidad coopere con sus buenos oficios a que sean atendidos para las cátedras sus alumnos más beneméritos. Sé por varias cartas ha­ berse consultado para la cátedra de Escritura en primer lugar al doc­ tor Joaquín Salvado, actual procatedrático de filosofía jesuítica, y uno de los famosos fanáticos de esta escuela. Por su tenaz adhesión al probabilismo y otras doctrinas suyas, se llevó calabaza en concurso para curatos. Y el obispo anterior de esta diócesis tuvo que privarle de las licencias de confesar y predicar, por el abuso que hacía de ellas, después de extrañados sus Padres y maestros. En segundo lu­ gar de la consulta está el doctor Juan Bautista Josa, quien ha leído con distinguido aplauso muchos cursos de filosofía, y actualmente la enseña en esta misma universidad a muy numeroso concurso de es­ tudiantes. A éste se pueden añadir otros méritos literarios, que podrá ver en el impreso, que traerá a vuestra paternidad su agente don Lo­ renzo Bureda. Por otra parte, es adictísimo a la doctrina de santo To-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz