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32 GERMAN ZAMORA la de la sana doctrina. Esta expresión había sido, por otra parte, el santo y seña no sólo del Consejo, sino de los partidarios del tomismo y perseguidores de la, por ellos designada, doctrina sanguinaria, o jesuítica. Bastaba por ello cotejar la letra de los prolegómenos de Prat, conociendo su cantera intelectual, con la intención tantas veces repe­ tida por las normas del Consejo, para rastrear en todo una sátira mo­ lesta. En el mejor de los casos, ofrecía a sus amigos un flanco tan vulnerable que a poca costa podían tomarlo como pretexto para fus­ tigar e, incluso, arrojar del claustro a su autor34. El celador de la universidad, notorio de antiguo por su animadver­ sión contra Prat y las reliquias de jesuitismo en Cervera, vio ante sí una ocasión de oro, y fue el primero en levantar el grito, poniendo en alarma al director. Su celo iba dirigido contra el tolerante cancela­ rio y «su antiguo criado, y discípulo adictísimo de los jesuitas, doctor José Prat». Recordaba cómo ya en el claustro pleno de 24 de octubre precedente habíase leído una amonestación de Nava contra las teorías de los «expulsos», que mancillaban la universidad borbónica. Esta mi­ siva del director, a su juicio, había sido acogida con sumo desprecio. Agregaba que tan intempestivas conclusiones eran el fruto de repetidos conventículos entre la primera autoridad de la academia y su viejo fámulo, y no tenían otro hito que el de poner en solfa la doctrina preceptuada por el rey. El director de la universidad intervino en el asunto mediante su carta preventicia de 23 de enero del siguiente año, recriminando la pasividad de todos los mandos, es decir, del cancelario Piquer, del juez del estudio Segarra y del censor regio Texidor, no menos que la osa- ía de Prat. Dos detalles de sus "Prolegómenos ofendían de modo par­ ticular: el atribuir a S.M. la paternidad de la sana doctrina, y la reite- 34. Véase el tono y énfasis puestos por Prat sobre la «sanidad» de sus conclusiones en el primero de los cuatro enunciados que las integran: «Ful* gentissimi Philippei, Et Borbonei Cervariensis Athaenei Regii Professores, cum nostro vigilantissimo Domino Cancellario sanas, inconcussasque Catho- lici Regis nostri sanctiones, et suavissime admittimus, et amplectimur; ipsas pro aris et focis, ad ultimum usque vitae punctum et in publicis, et in pri- vatis disputationibus tuebimur. Ego vero, summa ipsius Catholici Regis gra- tia, Philosophicus Professor, cum sim, decantatas sanctiones máxime dili- gens, eas quoque et s a n a s , et inconcussas esse, coram centum et nona- ginta octo Discipulis meis, et mane, et vespere in triterica ipsa sola Philo- sophia s a n a , constantissime exploraví. Alios quoque centum et sexaginta quinqué Adolescentes, et Discípulos meos praesentes in ipsa, inquam, sola Philosophia s a n a inconcussaque edocebo... Etiamque tuemur, s a n a m Philosophiam, illam esse, quae Magnanimum Catholicum Regem nostrum Carolum III. toties victorem, toties Magna meritum fecit...». Ibid.

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