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EL CRISTIANO AL SERVICIO DE LA UNIDAD 275 quilación de la creatura extrañándola del Creador divino. Quiebra de una paz entre el hombre y la creación que hoy se expresa en síntomas alarmantes de deterioro del medio ambiente, peligroso para la pro­ longación de la vida en el planeta. Un problema, sin embargo, infinita­ mente menor que el que supone la acumulación por las superpotencias de un arsenal bélico de todo punto aterrador. Este desajuste del hombre con las estructuras vitales del hombre de su medio entorno, expresión de la pérdida, de la unidad primera y consecuencia de ella, tiene una significativa manifestación en la regre­ sión de las especies animales, de importancia ecológica no menor que la que reviste la deforestación creciente de las zonas tropicales, por ejemplo. Las especies animales están siendo víctimas de una agresión por parte de la civilización técnica, que ha desechado, o admite a du­ ras penas, el principio humanizador por excelencia de la solidaridad con la vida. ¡Cómo iban a ser excepción los animales en un proceso que ha decretado el exterminio de familias étnicas enteras de la especie hu­ mana! En los viajes del Papa Juan Pablo II a la América Ibérica he­ mos podido ver al Pontífice alzar su profètica voz en defensa de los indios de aquel inmenso subcontinente. Corresponde al laico cristiano afrontar este primer plano de la uni­ dad perdida como objetivo específico de su compromiso con la evan- gelización del mundo. La incidencia apostólica de su misión de restau­ rar en Cristo el orden del mundo, eco teológicamente matizado de aque­ lla voluntad de consagrar el mundo, según el lenguaje histórico de la Acción Católica, propuesta por Pío XI y Pío XII a los seglares cris­ tianos en los años anteriores al último Concilio. Restauración que pasa hoy por la adecuación de la explotación humana de los recursos natu­ rales a la justicia debida a la dignidad del hombre, inviable sin la paz ecológica del planeta que habitamos 13. Con esto de ninguna manera quiero ofrecer una legitimación teo­ lógica a la instrumentalización política de algunos grupos y movimien­ tos ecologistas y pacifistas, cuyas aparentes intenciones de paz no lo­ gran en ocasiones ocultar otras intenciones inconfesadas de violencia: 13. Cada vez se percata más la sensibilidad cristiana de la vinculación de la naturaleza a la suerte del hombre, ante las amenazas que pesan sobre ella; y buena prueba de ello es buen número de publicaciones al respecto. Entre ellas cabe destacar la reciente teología de la creación de J. Moltmann {Gott in der Schöpfung. Ökologische Schöpfungslehre, Munich 1985).

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