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EL CRISTIANO AL SERVICIO DE LA UNIDAD 273 la expresión acuñada por la filosofía de la existencia. En este sentido, la secularidad no entra en la definición eclesiológica del laico9. Ahora bien, según el Concilio sí entra dentro de la definición eclesiológica del laicado la relación cristiana que el laico guarda con la secularidad; por­ que el laico participa de la misión de la Iglesia, como decimos, en la medida del don de Cristo que le es propia: la que corresponde a la peculiar vocación del laicado de «buscar el reino de Dios tratando y ordenando según Dios los asuntos temporales», ya que los laicos viven en el mundo y allí están llamados a cumplir su propia vocación de atraer a los hombres a la comunión con Dios Padre y con Jesucristo su Hijo, contribuyendo desde dentro de la secularidad del mundo a su santificación 10. Si recapitulamos, podríamos concluir diciendo que el laico, igual que los ministros ordenados y los religiosos, a) participa de la misión salvadora de la Iglesia, con el encargo según propia vocación de llevar a los hombres sus hermanos a la koinonía divina, a la comunión que establece la fe, mediante el bautismo, verdadera incorporación a Cristo por la incorporación a la congregación de los santos 11. No es la incor­ poración a la Iglesia como tal, sino la incorporación a Cristo por me­ dio de la entrada en la Iglesia la que hace del bautizado servidor de la unidad de la comunión eclesial; y, por su medio, apóstol de la unidad entre los hombres, sacramentalmente realizada en la Iglesia. Sobre esta primera apreciación teológica, debemos precisar ade­ más b) que el laico sirve a la comunión eclesial según vocación propia, en la medida del don de Cristo, desde aquella relación a la secularidad del mundo que determina su existencia cristiana. 9. Así se expresa E. Schillebeeckx, quien precisa: «El proceso de huma­ nización como tal no es lo propio del laico tomado en sentido eclesial; es la ordenación de dicho proceso a la salvación —consecuencia esencial de la misión general de la Iglesia— lo que está pidiendo la intervención propia de los laicos, cristianamente laica, mientras que la contribución propia del clero en este terreno es típicamente clerical o ministerial» (La misión de la Iglesia, Salamanca 1971, 235). 10. Cf. LG, n. 31. 11. Cf. E. S c h ille b e e c k x , o . c ., 172-173. 10

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