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282 ADOLFO GONZALEZ MONTES 1. La paz, obra de la justicia La paz es obra de la justicia, y así lo entendieron los profetas de Israel, que hicieron de la justicia humana una exigencia ineludible de la justicia trascendente de la alianza divina. Si Dios se obliga a la «jus­ ticia de la alianza» ( hesed ), ésta exige del hombre la fidelidad que se expresa en la justicia y el amor para con el prójimo, que habrá de prac­ ticarse particularmente con los socialmente débiles. No dejan de seña­ lar los profetas la relación que se da de hecho entre la infidelidad a Dios, a su alianza, y la injusticia para con el prójimo. De ambas infi­ delidades salen la inestabilidad social y política y la pérdida de la paz. Jeremías gritará «" ¡Paz, paz! ” , cuando no había paz» (6, 14), aludien­ do al disimulo de la paz por parte de los falsos profetas, que confunden la paz con su apariencia, tras la cual se esconde siempre la injusticia21. El compromiso del cristiano con la justicia sirve de mediación, al tiempo que es fruto de ella, a la obra salvífica de la predicación evan­ gélica, y apunta hacia este principal supuesto teológico del Antiguo Tes­ tamento: la religión se torna vacía sin empeño humanizador explícito. Supuesto que nos permite entender las palabras de Cristo en su ver­ dadero significado: «Buscad primero el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura» (Mt 6, 33; cfr. Is 51, 1). No se trata de otra justicia que de aquella que deja ver la conversión al Evangelio: la que se funda sobre el reconocimiento de Dios como Dios y del hombre como hijo de Dios. Desde este contexto bíblico-hermenéu- tico nos adentramos ahora en algunas reflexiones sobre problemas con­ cretos de la vocación laical. a) El laico y la esfera de lo sociolaboral El compromiso del laico con un establecimiento justo del orden internacional que permita a la humanidad superar los grandes proble­ mas del hambre y de la guerra, del desarrollo y de la ignorancia, pasa de forma necesaria por una ejecución justa y no fraudulenta del traba­ jo, del empeño laboral; del mismo modo que por la fijación de las con­ diciones laborales que hacen justa esta contribución del hombre a su 21. Cf. voces tales como Alianza y Paz, en J. B. B auer , Diccionario de teología bíblica, Barcelona 1967, cc. 32-40 y 778-783. Cf. los trabajos de J. L. S icre . Los dioses olvidados. Poder y riqueza en los profetas preexílicos , Ma- drid-Valencia 1979; « Con los pobres de la tierra ». La justicia social en los profetas, Madrid 1985.

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