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278 ADOLFO GONZALEZ MONTES peto y promoción ampara la declaración conciliar Dignitatis humanae sobre la práctica de la libertad religiosa 15. Ahora bien, si los cristianos llegaran a comprometerse con un mo delo de sociedad, como en el caso al que aludimos, con la inaceptable pretensión de hacer, de manera ideológica, del relativismo de la ver dad un principio de humanización y fundamento de la paz social, a tales cristianos habría que recordarles las palabras evangélicas: «Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se la podrá sazonar?» (Mt 5, 13). El Evangelio apunta a una conclusión dialéctica del conflicto que se le presenta a la conciencia del creyente: «Tened sal y tened paz unos con otros» (Me 9, 50). Para san Marcos las dos exigencias son obligadas para el cristiano, que no debe renunciar ni a la paz con su prójimo ni a su condición de ser sal y luz delante de los hombres, pues de ello depende que éstos glorifiquen al Padre celestial (Mt 5, 16). A veces es difícil evitar la impresión de que los cristianos seglares van lenta mente capitulando ante el tirón, aparentemente teñido de humanidad y progreso, de una sociedad que acusa al extrañamiento creciente de Dios y de su designio salvifico sobre el hombre. ¿No es verdad que muchos cristianos ideológicamente enfrentados al magisterio doctrinal de la Iglesia sobre la familia no sólo persiguen un orden social sin en frentamientos externos, sino también la condición del mismo, es de cir, la modificación de este magisterio, con el propósito de nivelar fe y opinión pública? No es extraño que sea así, sihan perdido de vista la imposible nivelación entre la paz perseguida por los hombres y la paz como don divino, fruto sólo de la reconcliación de los hombres con Dios. Una construcción de la paz social que tienda a protegerse contra la fuerza profètica de la verdad religiosa, tratando de contra pesar el alcance público de la fe en el cuerpo social, se niega en su mis mo fundamento, segando la hierba bajo los propios pies. Que lo igno ren los seglares cristianos es el peor de los engaños que pueden pade cer, pues, creyendo construir sobre roca, en realidad edifican sobre arena (Mt 7, 26-27)16. 15. C f. C oncilio V aticano II, Declaración sobre la libertad religiosa «Dig nitatis humanae » ( = DH), n. 1 c; 2. 16. Así se expresa el Papa Juan Pablo II en su reciente exhortación apos tólica postsinodal Reconciliatio et paenitentia : «La Iglesia, continuando el anuncio de reconciliación que Cristo hizo resonar por las aldeas de Galilea y de toda Palestina, no cesa de invitar a la humanidad entera a convertirse y a creer en la Buena Nueva. Ella habla en nombre de Cristo, haciendo suya
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