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TRADICION PRE-REDACCIONAL DEL PADRENUESTRO 265 ser o no fiel a esa posibilidad sobrenatural. Por esta fidelidad ruegan precisamente los fieles, en la súplica: «Haz que no sucumbamos a la tentación! ». Un ruego completado, por lo demás, con la petición de «ser libe rados del maligno»: De quien, mediante «los hombres perversos y ma los», atenta constantemente la fe de los cristianos (Cf. 2 Tes 3, 2), co mo «león rugiente» en busca de su presa (1 Pe 5, 8). Ninguna poten cia humana puede preservarles de la tentación ni libertarles del diabó lico tentador. Sólo la fidelidad del Señor puede hacerlo: « ...¡E l os afianzará y os guardará del maligno! » (2 Tes 3, 3). Lo que no les exi me de colaborar a esa liberación, «embrazando siempre el escudo de la fe, para apagar con él los encendidos dardos del maligno» (Ef 6, 16) o rechazar su renovado asalto. Se comprende, pues, la reiterada exhor tación de los Fundadores apostólicos a sus respectivas comunidades cristianas: «¡Resistidles firmes en la fe !» (2 Pe 5, 9a), «¡resistid al diablo y huirá de vosotros! » (Sant 4, 7). Por el don divino de esa só lida fe, único escudo y arma cristiana contra los asaltos del personal y diabólico «tentador») ruegan, pues, los fieles helenísticos cuando su plican al Padre: « ¡Líbranos del maligno! ». Resumiendo en un esfuerzo de síntesis los precedentes desarrollos, podemos decir: Al nivel del estadio prerredaccional, el Padrenuestro fue transmitido en dos formas textuales afines, pero diversas e inde pendientes, correspondientes, por lo demás, a la tradición de las Co munidades judeo-cristianas (re-asumida luego por Mt) y helenístico- cristiana (re-elaborada luego por Le); aquellas formas textuales forman parte, en ambas tradiciones, de la iniciación catequética sobre la ora ción para los catecúmenos, siendo la primera plegaria de los neófitos y deviniendo luego la oración característica de los fieles. El Padrenues tro, en efecto, «debió ser la oración predilecta de las Comunidades pri mitivas» 88f como se refleja en el reiterado eco y evocación del mismo en la literatura neotestamentaria tanto judeo-cristiana como helenístico- cristiana89. Un testimonio sólo implícito, es cierto, no expresamente formulado: Debido probablemente al celo, con que las Comunidades primitivas cuidaban de mantener en secreto y no divulgar entre los ex- 88. W. T r i l l i n g , Fragen zur Geschichtlickeit Jesu, Düsselfor 21967, 164 (trad. españ., Barcelona 1975, 198). 89. Cf. J. G a r m ig n a c , o . c ., 361-372.
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