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258 SANTOS SABUGAL 6, 63. 68), aquella Palabra es realmente un pan superior a todo ali­ mento corporal: «Supersustancial». De sustancia superior, incluso, al «maná» dado por Moisés, pues la Palabra comunicada por Jesús a sus discípulos y por éstos aceptada (Jn 17, 6. 8) es «el verdadero pan del cielo», que «el Padre da» (Jn 6, 31-32)71, es decir, «el pan de Dios» (Jn 6, 33), identificado con la Palabra encarnada: « ¡Yo soy el pan de vida! » (Jn 6, 35). Un pan del todo necesario,por lo demás, para con­ servar y desarrollar diariamente «la vida» del amor fraterno (Cf. 1 Pe 1, 22-23; 1 Jn 3, 14). Se comprende, pues, la apremiante súplica: « ¡Dánosle hoy! ». c) Por otra parte, la constante interpretación eucarística del «pan cotidiano» por las redacciones de los evangelistas Mateo y Lucas 72 es índice seguro de que los dos autores re-asumen una sólida y común tradición cristiana. El pan, objeto de esa petición, debía pues evocar irresistiblemente, en todas las primeras Comunidades cristianas, el Ali­ mento eucarístico del Cuerpo y Sangre del Señor (Me 14, 22-24par; 1 Cor 11, 23-25; Jn 6, 51-58). Era, efectivamente, «el Pan» (Act 2, 42; 20, 11; 1 Cor 10, 16. 17; 11, 26. 27. 28) o alimento específico y propio ( = «nuestro») de los fieles cristianos, por ser «el alimento espiritual» prefigurado por el maná (1 Cor 10, 3 ) 73, «el Pan que par­ timos» y del «que participabas» cuantos «somos un sólo cuerpo» (1 Cor 10, 16b-17). Un sustento, por tanto, no cualquiera ni común. Tam­ poco es un alimento ordinario: Ese Pan expía o cancela los pecados (Mt 26, 28; Cf. Me 14, 24; Le 22, 19b. 20b; 1 Cor 11, 24b) y es, en contraposición al maná (Cf. Jn 6, 49-51. 58), «el Pan vivo bajado del cielo» (Jn 6, 51a. 58a), para que quien lo coma «no muera» (Jn 6, 50b) sino «tenga Vida eterna» (Jn 6, 54) y «viva para siempre» (Jn 6, 51b. 58c). Ese Pan eucarístico supera, pues, en eficacia vital no sólo a cualquier otro alimento, sino incluso al maná (Cf. Jn 6, 49-50. 58): ¡Es «supersu$tancial»\ Y además imprescindible («muy necesa­ rio»): sólo mediante él pueden los fieles hacer presente (y participar en) la muerte y resurrección del Señor (Cf. 1 Cor 11, 24c. 25c; Le 71. Cf. A. Loisy, Le Qatriéme Évangile, Paris 1903, 817, n. 5; Ch. H. Dodd, Historical tradition in the Fourth Gospel, Cambridge 1963, 333 (trad. españ., 334). 72. Cf. S . S abugal , El Padrenuestro ..., 31ls. 73. Sobre el tema del «maná» en 1 Cor 10, 3, Cf.: J. H e r in g , La premiére E pitre de saint Paul aus Corinthiens, Neuchátel 21959, 78s; J. J erem ías , Die Abendmahlnvorte Jesu, Gottingen 41967, 227 (trad. españ., Madrid 1980, 258s).

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