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TRADICION PRE-REDACCIONAL DEL PADRENUESTRO 251 (Apoc 22, 11), don del Padre, ruega, pues, también la súplica judeo- cristiana: « ¡Glorifica tu Nombre! ». b) Muy afín a éste último significado debió tener esa súplica en la tradición de las Comunidades helenístico-cristianas. Estas, en efecto, están integradas por quienes en el bautismo fueron ya santificados (Cf. 1 Cor 1, 2a; 6, 11; Ef 2, 26) y, a la vez, llamados a ser santos (1 Cor 1, 2b; Ef 1, 4) por expreso designio de la Voluntad de Dios (Cf. 1 Tes 4, 3-5). Aquella súplica ruega, pues, al Padre el don de responder a Su llamada y cumplir su designio. Lo que tiene lugar en la fiel sumisión a su Voluntad, manifestada en la observancia de la Ley, para que el Nom bre de Dios no sea blasfemado por los paganos a causa de ellos (Cf. Rm 2, 24; 1 Tim 6, 1) —de su disoluta conducta moral (Cf. Rm 2, 22-23; 1 Tim ó, la)— , sino glorificado por aquéllos ante el sólido testimonio e irrefutable argumento, que les ofrece el creíble signo de las «buenas obras» propias de su «conducta ejemplar» o santidad existencial (1 Pe 2, 12). Esta es, por lo demás, la casi constante interpretación de aquella súplica en la exégesis patrística60: Una interpretación ciertamente sub jetiva, al nivel redaccional del texto evangélico; una interpretación ob jetiva, sin embargo, al nivel de su pre-redaccional tradición helenístico- cristiana. Y ciertamente actual: Si los cristianos «tienen su parte de responsabilidad» en la génesis y alarmantes proporciones del ateísmo hodierno —«uno de los fenómenos más graves de nuestro tiempo»— , a causa de los «defectos de su vida religiosa, moral y social», que ha «velado más bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la re ligión» cristiana, «el remedio» a esta teórica y sobre todo práctica ne gación de Dios por el hombre actual hay que buscarlo, ante todo, en el testimonio de «la integridad vital» y del «amor fraterno» de los creyentes en Cristo, quienes ofrecen así a los incrédulos un «signo de unidad»61 y, por tanto, de credibilidad en el «Dios es Amor» (1 Jn 4, 7-16; Cf. Jn 17, 21; 13, 34s). 60. Cf. S . Sa b u g a l, o . c . («E l Padrenuestro...»), 117-27. 61. C onc . V at . II, Const. GS, I, 19. 21; Cf. S. S abugal , La embajada me- siánica de Juan Bautista, Madrid 1980, 233.
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