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TRADICION PRE-REDACCIONAL DEL PADRENUESTRO 249 divina» (Rm 8, 15) al serles enviado por Dios «el Espíritu de su Hijo» (Gál 4, 16), los fieles devinieron «partícipes de la Naturaleza divina» (2 Pe 1, 4) y comunican asimismo a la Filiación divina de Jesús (Cf. Gál 4, 5-6; Rm 8, 14-15); pueden expresar, por tanto, esa inaudita y totalmente nueva relación filial con Dios, su único Padre (Ef 4, 16), mediante la misma invocación de Jesús, formulada con su misma pala­ bra en el exultante, jubiloso e incontenible grito: « ¡Abbá, Padre! ». Esta invocación —y por tanto la Oración por ella introducida— es, pues, propia y exclusiva de los bautizados, de los hijos de Dios: El Pa­ drenuestro es la forma normal, con que los neófitos y fieles cristianos — ¡sólo ellos!— se relacionan con Dios, su Padre. 2) «Santificado sea tu nombre» a) La súplica por la santificación del Nombre del Padre debió sig­ nificar en las Comunidades judeo-cristianas, la glorificación del mismo, mediante el establecimiento del Reinado de Dios. El trasfondo de la análoga súplica en el contexto de las oraciones j u d a i c a s es, a este respecto, del todo instructivo: En el «Qaddish» suplica, en efecto, el judío: «Glorificado y santifi­ cado sea su gran Nombre... en el mundo, creado por El según su vo­ luntad»; y añade seguidamente: «Haga El reinar su Señorío por el tiempo de vuestra vida...». Santificar el Nombre de Dios equivale, pues, a glorificarle, lo que tiene lugar con el establecimiento de su Rei­ nado. Esta conexión formula también la oración judaica «Alénu», en la que, tras desear que los israelitas «honren la gloria del gran Nombre» de Dios, prosigue: «Y acepten sobre ellos el yugo de tu Reinado, devi­ niendo Tú para siempre y eternamente su Rey». En la «Oración del Sá­ bado», finalmente, el judío piadoso ruega al «Señor nuestro Dios» y «nuestro Rey», que «su Nombre sea santificado y su recuerdo glorifica­ do arriba en el cielo y abajo en la tierra». En sus comunes celebraciones litúrgicas con los miembros de la Si­ nagoga (Cf. supra), también los fieles judeo-cristianos suplican al Pa­ dre celeste que santifique su Nombre. Este anhelo, como el análogo de las oraciones judaicas, es ante todo una «beraká» o exultante grito, di­ rigido al Padre por quienes son invitados a ofrecer «sin cesar... a Dios 58 . Cf. G. Dalman, o . c ., 305 s . S tr .-B ill., I, 41 ls.

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