PS_NyG_1985v032n002p0233_0266

243 SANTOS SABUGAL adoptiva!— de quienes, porque «se llaman y son hijos de Dios» (1 Jn 3, 1), le invocan con propiedad como Padre. b) Esta novedad expresa precisamente, con más, fuerza, la invoca­ ción breve de las Comunidades helenístico-cristianas (Gál 4, 6; Rm 8, 15): El previamente recibido Espíritu del Hijo de Dios da testimonio a los fieles de su real filiación divina * , gritando en ellos ( = Gál) o ha­ ciéndoles gritar ( = Rm) la invocación « ¡Abbá, Padre!», es decir, la expresión familiar, con que un niño de lengua aramea se dirige a su padre natural («Abba» = papá)55, y preferida por Jesús al definir la propia relación filial para con Dios, su Padre56. Evocando su oración getsemaníaca, el Evangelista Marcos nos la conservó, con la correspon­ diente traducción griega, para su Comunidad helenístico-cristiana: « ¡Ab­ bá, Padre! » (Me 14, 36). Una traducción, por lo demás, no exclusiva­ mente suya, ni probablemente realizada por él. Pues una década antes de redactar su evangelio (ca. 67 d.C.), la empleó Pablo en los dos tex­ tos citados, re-asumiendo probablemente una previa y fija tradición li- túrgico-bautismal cristiana 579 en la que al vocablo arameo «Abbá», fiel­ mente conservado por un sagrado respeto para con su significado espe­ cífico tanto en el uso del mismo por Jesús como en la invocación prís- tint del Padre nuestro, se añadió la traducción griega, con el fin de fa­ cilitar a las Comunidades helenístico-cristianas todo el alcance de su pletórico significado. Este: Engendrados a la vida divina (Cf. Sant 1, 18; 1 Pe 1, 3. 23; 1 Cor 4, 14; Flm 10) por la fe en la Buena Noticia (1 Cor 4, 14) de «la Palabra de Dios» (1 Pe 1, 23; Cf. Sant 1, 18), y «vivificados con Cristo» en el bautismo (Col 2, 12-13; Cf. Rm 6, 4), recibiendo en aquella ocasión (Cf. Gál 3, 2. 14; 2 Cor 11, 4; Act 10, 44-47 = 11, 15. 17) y en ésta (Cf. Act 2, 38) «un Espíritu de filiación 54. Cf. W. M arch el, o . c ., 177-79; G. H e le w a, La preghiera del cristiano «Abba! Padre!», en: RViSpir 25 (1971) 573-93. 55. Cf. W. M a rc h e ll, o . c., 107-110; J . Je re m ía s, Abba, 59-63; Id., Teología NT, 85-86. 56. Cf. W. M arch el, o . c ., 124-167; J . Je re m ía s, Abba, 33-64; Teología NT, 80-87. 57 . Cf. W. M arch el, o . c ., 176 - 179 . E s, en efecto, improbable la creación paulina de esa fórmula doble, como a) traducción griega del vocablo arameo para sus comunidades de lengua helena, o b) simple aposición del vocablo griego al sinónimo arameo, para expresar la invocación común de los cris­ tianos de lengua aramea ( = «Abbá») y griega («ho patér»). Así contra la opinión de muchos autores (Cf. W. M arch el, o. c ., 174 s ), con: F. S g u tja h r , Der Brief an die Römer, Graz-Wien 1927 , 259 ; M . J. L a g r a n g e , Saint Paul E pitre aux Galates, Paris 1950 , 104 ; W. M arch el, o . c ., 175 s .

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz