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246 SANTOS SABUGAL súplicas de petición por los dones del pan cotidiano, el perdón de los pecados, la preservación de sucumbir a la tentación y la liberación del maligno. 2. Significado teológico Al intentar ahora detectar el significado teológico del Padrenuestro, al nivel de la tradición cristiana pre-redaccional, deberemos renunciar a resultados apodícticos. Las fuentes literarias judeo-cristianas y hele- nístico-cristianas, en efecto, no permiten siempre llegar a conclusiones ciertas, debiendo contentarnos con movernos muchas veces por los do minios de lo probable. Sobre una base cierta, sin embargo: El Padre nuestro caracterizó profundamente a los fieles cristianos, desde que, tras haber sido instruidos en él, lo recitaron por vez primera con ocasión del bautismo, formulando luego mediante aquella plegaria, la nueva re lación para con Dios, su Padre (Cf. Gál 4, 6; Rm 8, 15). ¿En qué sen tido? 1) La invocación inicial a) En la tradición de las Comunidades judeo-cristianas el Padrenues tro está introducido por la invocación: «Padre nuestro, que estás en los cielos». Así invocaban también a Dios las Comunidades judaicas, de las que proviene con toda probabilidad esa invocación cristiana (Cf. su- pra). Nada de extraño, por otra parte, si se tiene en cuenta la común participación de ambos grupos religiosos al culto del templo43 y de la Sinagoga44 antes del a. 70 45, observando asimismo las «tres horas» de oración judaica: tercia (Cf. Act 2, 1-14), sexta (Cf. Act 10, 9) y nona (Cf. Act 3, 1). Ahora bien, en el culto sinagogal de la mañana, tras la recitación del «Shemá» seguía la «Tefillá», cuyas 4.a y 6.a bendiciones 43. Cf. Act 2, 46; 3, 1. 8-4, 1; 5, 20-21. 25-42; 21, 26-29 (Cf. 22, 17; 23, 16; 24, 11-12; 26, 21). 44. Cf. Act 9, 20; 13, 5. 14-42. 44-47; 14, 1; 17, 1-3 («habitual»: v. 2). 10; 18, 4. 19. 26; 19, 8. Sobre la participación de los fieles al culto de la Sinago ga, Cf. F. H . C hase, o . c.t 1-8; E. von G o ltz , o . c., 122-240; A. Hammam, o . c ., 214-16; W. S ch ra g e, art. Synagogé, en: ThWNT, VII, 798-839: 833s. 45. Esa participación cesó definitivamente, cuando fue introducida (ca. 85-90 d.c.) en la «Tefillá» judaica, por mandato de R. Gamaliel II la bendi ción 12a, en la otue los cristianos eran maldecidos: Cf. S . S abugal , Christós, Barcelona 1972, 31ls (bibliogr.); Id., La curación del ciego de nacimiento (Jn 9, 1-41), Madrid 1977, 45s (bibliogr.).
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