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224 ARSENIO GUTIERREZ DE RUCANDIO El agradecimiento en Israel se refiere ante todo a Dios. Connota una acción más amplia: la alabanza, la admiración, el proclamar las «maravillas», los «beneficios» de Dios, teniendo a remontarse de la evocación de un acontecimiento salvífico a la historia de la salvación en general, de la circunstancia concreta de una persona a la plenitud y totalidad de la persona de Dios 118. El término que se ha hecho familiar en los estudios sobre la eucaristía es el de barakah, bendición. Baruk, bendito. Bendecir, dar gracias significa no tanto nuestro agradecer un don determinado, cuan­ to alabar, glorificar, ensalzar, adorar, admirar, celebrar, proclamar. Las más antiguas liturgias expresan eso con una serie de sinónimos, cuyos testimonios privilegiados son en Occidente los prefacios y en Oriente la primera parte de la anáfora. El «Gloria», que surgió como un himno separado de la eucaristía, se introdujo pronto en ella porque expresa admirablemente esta idea. Al «te damos gracias» —por tu inmensa gloria— preceden, como reforzándolo, el «te alabamos», «te bendecimos», «te adoramos», «te glorificamos». Hoy en la versión oficial, al menos en español, de la plegaria eucarística, «bendecir», «dar gracias», «santificar» son términos para­ lelos, que «expresan distintos matices de una misma cosa, la bendi­ ción eucarística que se pronuncia sobre el pan, pero que se dirige a Dios» 119. A partir de los evangelios y progresivamente eujaristein, n. 26 ); para referirse a su recepción, cada día, antes de comer otra cosa (n. 36 ); y para alertar de que ningún infiel la reciba y sobre su cuidado «porque es el Cuerpo de Cristo» (n. 37 ). En el n. 21 , después del bautismo, emplea el verbo eu^aptaxeív en forma transitiva: eucaristice el pan. En cam­ bio, dentro de la acción eucarística, Hipólito evita la palabra eucaristía. Y da la razón: «es el guijarro blanco», con un nombre nuevo, que sólo conoce el que lo recibe (Ap 2, 17 ). Hipólito le recuerda expresamente al obispo la disciplina del arcano (Cf. n. 21 ). Por contraste, Hipólito tiene toda una «teo­ ría» sobre lo que es la «acción de gracias» —la eucaristía, sin nombrarla propiamente—. Es, sin duda, el núcleo central de toda la Tradición Apostó - lica. Sobre el euyapiox^oac; en el NT (Cf. S án ch ez C a ro , o . c ., 24 s s .). 118. Cf. L. M aldonado , La plegaria eucarística. E studio de teología bíbli­ ca y litúrgica sobre la misa, Madrid 1967, 66-75. 119. C f. J. M. S ánchez C aro - V. M a r tín P indado , La gran oración eucarís­ tica, Madrid 1969, 152, nota 54 al n. 39 y 293 nota 44 al n. 43 . E sta obra, de no fácil manejo, contiene datos abundantísimos y notables aciertos. Adelan­ tándose a la versión oficial, sus autores tradujeron «dando gracias, te ben­ dijo», y no «dando gracias, lo bendijo» (al pan), como traduce la versión oficial francesa. En realidad, si se observa con detención, importa poco. La idea es la misma y la eucaristía es integradora. «Según toda la tradición litúrgica, la eucaristía es a la vez una alabanza de Dios pronunciada sobre

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