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DE LA ANAFORA DE LA «TRADICION APOSTOLICA» 219 H aced esto en conmemoración m ía . Así, pues, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos, Padre, el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia. Te pedimos humildemente, que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y San­ gre de Cristo. Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra; y con el Papa N. con nuestro obispo N. y todos los que en ella cuidan de tu pueblo, llévala a su per­ fección por la caridad. Acuérdate también de nuestros hermanos que durmieron con la esperanza de la resurrección, y de todos los difuntos: admítelos a contemplar la luz de tu rostro. Ten misericordia de todos nos­ otros y así, con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesu­ cristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas. Por Cristo, con él y en él, Cuando hacéis esto, hacedlo en memoria mía. Por eso, haciendo memoria de su muerte y resurrección te ofre­ cemos este pan y este cáliz, dándote gracias por habernos hecho dignos de estar ante ti y de servirte como sacerdotes. Y te suplicamos que envíes tu Espíritu Santo sobre la obla­ ción de la Santa Iglesia; con gregándo(les) en unidad; da a todos los que participan en tus santos misterios la plenitud del Espíritu Santo para confirma­ ción de su fe en la verdad. a fin de que te alabemos y glo­ rifiquemos por tu Hijo Jesucris­ to, por quien se da a ti la glo-

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