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DE LA ANAFORA DE LA «TRADICION APOSTOLICA» 211 nn. 33, 34), y por tanto deben ser comprendidos por ellos. Hay que rechazar ciertos elementos menos propios de la naturaleza íntima de la liturgia y que se han ido introduciendo con el tiempo (n. 21). Hay que abrir las vías del progreso mediante el cuidadoso estudio litúrgico e histórico de la situación (n. 23). La Iglesia se preocupa de que los fieles no asistan a la misa como espectadores mudos o extraños a este misterio de fe (n. 48). La ordenación ritual de la misa sea revisada de modo que aparezca bien claramente la naturaleza específica de cada una de sus partes (n. 50). En el n. 36 todavía se dice: «Se conservará el uso de la lengua latina en los ritos latinos, salvo derecho particular». Sin embargo, las dos principales novedades que habían de introdu­ cirse poco después, la extensión de las lenguas modernas a todas las partes de la misa y, en consecuencia, la práctica eliminación del latín y la introducción de nuevas anáforas junto al canon romano, no esta­ ban contempladas en la Constitución. Para llevar a la práctica las nuevas orientaciones del Concilio sobre la liturgia, Pablo VI nombró una comisión —que luego llevó el nom­ bre de «Consilium»— el día 25 de enero de 1964 107. Todos los textos, aun los más venerables, del misal y de los otros libros litúrgicos, fueron luego sometidos al examen de la crítica tex­ tual. Hubieron de ser revisados a la luz del lenguaje y de las necesi­ dades del hombre actual. «No es extraño que enseguida brotara el deseo de que también el canon romano fuera objeto de alguna revi­ sión» 108. d) Razones litúrgicas y pastorales El canon romano no resistía una confrontación con semejantes principios de renovación. A raíz del Concilio C. Vagaggini se atrevió a escribir: «Pienso que bastaría que el canon romano pudiera ser dicho en voz alta y en lengua inteligible para todo el pueblo, como exigi­ ría la lógica pastoral y la ley de la primacía del bien de las almas, para que enseguida se advirtiera cuántos graves problemas litúr- 107. Cf. el Motu Proprio «Sacram Liturgiam» en Ephemerides Liturgicae, LXXVIII (1964) 219. Sobre estructura y sesiones de estudio del «Consilium» cf. en la misma revista LXXIX (1965) 160ss. 108. C. B raga , Le nuove anafore della liturgia latina, en AA.VV., II cano­ tié (stuáio biblico-teologico-storico litúrgico), Padua 1968, 185.

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