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206 ARSENIO GUTIERREZ DE RUCANDIO san Marcos, por ejemplo, o, en otro ámbito, con las de las Constitu­ ciones Apostólicas. Al autor de la Anáfora de los Apóstoles le ha tenido que resultar muy difícil armonizar dos estilos litúrgicos tan dispares, como son el sobrio y denso de Hipólito y el abundoso y más amplio del tipo ale­ jandrino. El resultado obtenido es pobre literaria y teológicamente hablando. Por ello no vale la pena dedicar demasiado espacio a las intercesiones 102. Todavía cabe mencionar un par de detalles, que llaman la atención. Uno es que no tiene epíclesis antes del relato institucional. Podría atribuirse a que Hipólito tampoco la tiene. Es cierto, pero hay que recordar que esta epíclesis, propia de Egipto, viene inmediatamente después del postsanctus. Hipólito no tiene Sanctus ni postsanctus y sí los tiene en cambio esta anáfora. ¿Por qué ha omitido la epíclesis? Ya en las antiguas anáforas de san Marcos y de san Basilio, en la más antigua del eucologio de Serapión y en la del papiro de Der-Balizeh, se inicia esta epíclesis con la palabra «plenos». Aquí se asume esa misma palabra, pero no llega a convertirse en epíclesis y ni siquiera se invoca al Espíritu Santo. Encontramos, al menos, una posible cone­ xión con el canon romano, tan emparentado con Egipto, y al que en cierto momento se aproxima el relato institucional de esta anáfora etiópica. El otro detalle llamativo es lo que ocurre después de la anámnesis. Una vez más se aleja del texto de Hipólito para asumir la epíclesis alejandrina, claramente consecratoria, más explícita que en san Marcos- san Cirilo. Finalmente no vale la pena fijarse en la redundancia oracional des­ pués del Amén. Es otro de los momentos en que decae la anáfora, si bien, es justo reconocer, que lo hace en un cierto tono de sobriedad, equilibrio y elegancia. 102. L. M aldonado , en La Plegaria Eucarística, 558-584, dedica un capítulo a las intercesiones. Reproduce, entre otras, las de san Marcos y las de aan Basilio. Ningunas coinciden con estas de los Apóstoles, aunque se le parecen mucho. Interesante la distinción que hace Engberding entre preces post-evan- gélicas, detrás de las lecturas, y preces intra-anafóricas, estas ústimas más prolijas, por lo que llevan el sello de ser más tardías.

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