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DE LA ANAFORA DE LA «TRADICION APOSTOLICA» 203 P. Como era, (y) es, y será de generación en generación por los siglos de los siglos. Luego, al dividir el pan en 13 ( partes) digan el Sacerdotey todo el pueblo con voces alternas : S. Concédenos unirnos en tu mismo Espíritu Santo, y sánanos por esta oblación, para que vivamos en ti por todos los siglos delos siglos. Bendito el nombre del Señor y bendito el que viene en nombre del Señor, y sea bendito el nombre de su gloria. Sea, sea, bendito sea. Envía la gracia del Espíritu Santo sobre nosotros. D. Levantaos para la oración. P. Señor, ten misericordia de nosotros. S. La paz con todos vosotros. P. Con tu espíritu. (Y sigue la oración de la fracción) 4. Puntos coincidentes con la anáfora de Hipólito Aunque la extensión de la anáfora de Hipólito ha sido casi quin­ tuplicada, es patente que la estructura de la liturgia eucaristica ha sido montada sobre el esquema original de la Tradición Apostólica. Se inicia con el diálogo, que tan sólo difiere por el «todos» voso­ tros, el «vuestros» corazones y el Señor «Dios nuestro», sobreabun­ dancia explicable por la más fácil verbosidad propia de la región y que, por lo demás, se encuentran ya en textos mucho más antiguos de Egipto 99. El saludo inicial se presta él solo a un estudio, que aquí no pode­ mos hacer. A. Baumstark distingue tres fórmulas: 1.a Dominus vobiscum o Kyrios sólo, que es propio de Egipto. 2.a Trinitaria, pero nombrando prime­ ro a Cristo; sigue de cerca a 2 Cor 13, 13, aunque no es idéntica; es propia del rito bizantino y por eso es la más extendida; su origen es antioqueno. 3.a Trinitaria, comenzando por el Padre; procede de Jerusalén. Las Const. I. VIII introducen alguna variante. ¿Y en Occidente? El rito mozárabe está emparentado con las Const. Apost., es decir, con el rito siro-armenio. En Roma tenemos el simple «Dominus vobiscum», que está también en Milán y en la Tradición Apostólica, emparentadas con Alejandría. Cf. A. B auaístark , Liturgies comparées. Principes et méthodes pour l’étude historique des litur­ gies chrètiennes, Chevetogne-Paris 1953, 92ss. En la renovada liturgia romana actualmente algunas de estas fórmulas breves, a las que Baumstark llama «moneda menuda», han pasado al comienzo de la misa, quedando el «Do­ minus vobiscum» de Hipólito, él sólo, para iniciar la plegaria eucaristica. Sobre su origen bíblico y el sentido profètico en la eucaristía, cf. J. L. Es­ p in e l , La Eucaristía del Nuevo Testamento, Salamanca 1980, 254ss.

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