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200 ARSENIO GUTIERREZ DE RUCANDIO de este día santo. La oración de todos estos y la bendición y la sú­ plica y la caridad sean con nosotros por los siglos de los siglos. Amén. Y luego el Sacerdote vuelva su rostro hacia el pueblo , mientras el Sub- diácono dice esto: Ten misericordia de ellos, oh Señor, y perdónales a los sumos pon­ tífices, pontífices, obispos, presbíteros y diáconos y a todo el pue­ blo cristiano. Y después que el Subdiácono termine, el Sacerdote haga la señal de la cruz dos veces sobre el pueblo y vuélvase hacia el altar y diga con canto elevado: Concede el descanso a ellos y a todas las almas y perdona. (P regón I — continuación) S. Tú que enviaste del cielo a tu H ijo al seno de la Virgen. D. Los que estáis sentados, levantaos. S. Se encamó y fue llevado en las entrañas, y su generación fue ma­ nifestada por el Espíritu Santo. D. Mirad hacia el oriente. S. A ti, a quien asisten en tu presencia diez millares de miríadas y cientos de centenas de miles de miríadas santos ángeles y arcán­ geles. D. Miremos. S. Tus venerandos animales de seis alas, los Serafines y Querubines. Con dos alas se cubren el rostro, con otras dos cubren sus pies y con las dos restantes vuelan del uno al otro confín del mundo. Por eso, para que todos continuamente te proclamen santo y te alaben, con todos los que te proclaman santo y te alaban, recibe tam­ bién nuestra propia proclamación, por la que decimos: Santo, San­ to, Santo, Señor de los ejércitos, repletos están los cielos y la tie­ rra de la santidad de tu gloria. (S anctus ) D. Responded. P. Santo, Santo, Santo, Dios de los ejércitos, repletos están los cielos y la tierra de la santidad de tu gloria.

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