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140 ARSENIO GUTIERREZ DE RUCANDIO el original, pero sí a un intermediario común, que puede tener algunos errores y hasta interpolaciones. No hay que extrañarse, pues tal es el caso de todas las obras antiguas clásicas o cristia­ nas. Al menos aquí tenemos la certeza de que el arquetipo está cronológicamente muy próximo al odiginal y que tuvo ensegui­ da una amplia difusión, ya que sus descendientes se remontan al siglo IV o V, que han circulado en Italia, en Egipto, en Siria 10. 2. Otra sobre la identidad y origen de Hipólito 11. La cuestión no tiene más que una importancia secundaria. De todas maneras la Tradición Apostólica es el más antiguo reglamento eclesiásti­ co que conocemos y ha ejercido una influencia considerable, directa o indidecta, en todas las liturgias 12. la base de todo el esfuerzo de Hanssens está el intento de demostrar que La Tr. Apt. no representa la liturgia romana sino la alejandrina. Véase la respuesta del autor a las críticas en Gregorianum 42 (1961) 290-302. Una opinión algo semejante sostiene L. Bouyer. Hipólito es un sacerdote provinciano, de Siria, que choca con las ideas y estilos litúrgicos romanos de principios del siglo III (L. B ouyer , Eucharistie. Théologie et spiritualité de la priére eucharistique, Toumai 1966, 168ss). Bouyer arremete contra pre­ tendidas intenciones ecuménicas, pero él mismo es poco riguroso al defen­ der la liturgia galicana. M. Richard en un documentado artículo corta por lo sano: sencillamente, La Tr. Apt. no es de Hipólito (M. R achard , Hippolyte de Rome, en Dict. de Spit. 7, 534). Algo semejante en A. A more , La personalità dello scrittore Ippo­ lito, en Antonianum 36 (1961) 164ss. Y la discusión continúa. Testimonios más recientes e impresionantes en J. M. S ánchez C aro , Eucaristía e Historia de la Salvación. Estudio sobre la plegaria eucaristica oriental, Madrid 1983, 78-79. «La discrepancia entre J. Magne y B. Botte, dice Sánchez Caro, es to­ tal». La impresión que dejan todos los que discrepan del sentir común es que plantean muchos más problemas que resuelven. Magne, en definitiva, viene a decir algo que ya salió en la polémica Hanssens-Botte: Si no hay fragmen­ tos precedentes en Roma ni en Alejandría, tanto da que sean de un lugar o de otro, de un autor o de otro. Lo que importa es la tradición apostólica que nos transmiten. 10. La Tr. Apt., XXIX. 11. Detrás de cada identificación o negación de Hipólito hay que buscar, casi siempre, un interés determinado. N o es una cuestión de mera curiosi­ dad histórica. Es mucho lo que se ventila. Cf. en P. N a u tin , o . c., c. 1, la so­ breabundante bibliografía suscitada por la publicación del Elenjos. También en L. B ou yer, o . c., 196, los intentos de algunos investigadores no católicos de utilizar las obras de Hipólito como bandera de discusión sobre la autén­ tica tradición apostólica.

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