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DE LA ANAFORA DE LA «TRADICION APOSTOLICA» 179 bre el pan y el mero relato de lo que hizo y mandó hacer el Señor sobre el cáliz. Recuerdo y presencia son una misma cosa. Lo que sí es evidente es que la eucaristía en esta anáfora compren de el pan y el vino como dones que quedan consagrados. Inmediata mente después se cumple el mandato del memorial y se ofrece como el pan y el vino que hacen presentes la muerte y resurrección de Jesu cristo: «Así, pues, recordando tu muerte y resurrección, te ofrecemos el pan y el cáliz». Anamnesis y ofrenda En el Testamento se reproduce textualmente la anámnesis y ofrenda de la Tradición . Pero hay un matiz importante. La oración aquí está dirigida a Jesucristo. Nos encontramos con otro elemento que nos deja perplejos. Por una parte, en las liturgias primitivas, y concretamente en las de tipo antioqueno, será frecuente dirigir la anámnesis a Cris to 76. Es normal, dado que se trata de cumplir su mandato y de hacer presente el misterio de su muerte y resurrección, que se significa en el gesto y en las palabras que acaban de expresarse. Sin embargo, las anáforas, tanto antiguas como modernas, mantendrán la unidad del ritmo oracional, continuando hasta el final el diálogo que se inició con el Padre al principio. Lo que en verdad sorprende en esta anáfora y en su anámnesis es otro aspecto, que la separa también de Hipólito. A primera vista pare ce imperceptible, pero, si se une a lo que hemos visto hasta ahora y a lo que vamos a ver a continuación, puede marcar una línea litúr gica y hasta una concepción teológica ajena a Hipólito, y por consi guiente, a la tradición. En efecto, la anámnesis está dirigida a Cristo, pero también la ofrenda, al menos de primera impresión. Teológica y litúrgicamente esto es insostenible. E. Amann, en un documentado estudio sobre el Testamento, ha detectado en cierto modo la dificultad y ha querido salvarla diciendo que hay un constante cambio de personas y que, lo que en principio parece un error, se rectifica luego77. 76. Cf., por ejemplo, la anáfora antioquena de los X II Apóstoles, en Prex Eucharistica, 265: «Por eso, Señor, al celebrar el memorial de tu man dato salvador, la grey de tu Iglesia te suplica a ti, y contigo al Padre». 77. Cf. E. A m a n n , a. c., de DTC, c. 200.
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