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DE LA ANAFORA DE LA «TRADICION APOSTOLICA» 173 después. Falta la epíclesis alejandrina antes de la consagración. El me­ morial está dirigido a Cristo, rasgo que es propio de Antioquía. 3. Puntos de coincidencia con la « Tradición Apostólica» La anáfora del Testamento ha incorporado íntegramente el texto de la Tradición. No hay apenas una sola palabra que haya sido omitida. El diálogo inicial, al que aludiremos en la tercera parte de este trabajo, es idéntico. Sólo en las palabras de la institución hay una ausencia notable y, al final, es también perceptible que falta una mención directa a la Iglesia, que Hipólito hace por dos veces. En cuanto al carácter y orientación cristológicos se ve claramente que los asume desde el principio y los mantiene hasta el final. Las pri­ meras palabras introducen el tema de la salvación por Cristo y aunque, por el momento, parece que el desarrollo va a tomar otros rumbos, se vuelve siempre a centrar en la obra del Hijo Unigénito, aquie incluso se dirige la oración por dos veces. El acento trinitario es más claro en el Testamento, pero sin que se vislumbre indicio alguno de una teología nueva o una preocupación en este sentido, en todo caso el esfuerzo por velar una cierta concep­ ción sobre la Trinidad. La anámnesis y la ofrenda coinciden también en lo esencial, aun­ que con unos matices muy peculiares en el Testamento. La epíclesis es muy semejante y ha merecido la atención de los investigadores, pre­ cisamente por su relación con la de Hipólito. De momento digamos que la epíclesis no es consecratoria y se desdobla en dos partes, para desem­ bocar, después de las intercesiones, en la doxología, que también es coincidente, excepción hecha de las dos menciones de la Iglesia que hace Hipólito y que omite el Testamento. 4. Desarrollo de los puntos propios El texto de la anáfora del Testamento es tres veces más largo que el de Hipólito. Este simple hecho nos invita a echar una mirada a sus características peculiares. En primer lugar hay que fijarse en su estruc­ tura. Resaltan los dos momentos importantes en que asume un desa­ rrollo propio: al principio inmediatamente después de iniciar la acción de gracias, y casi al final, antes de la doxología, a la hora de las in­ tercesiones. La primera parte es una oración de alabanza, la segunda de súplica.

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