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DE LA ANAFORA DE LA «TRADICION APOSTOLICA» 155 Jesucristo». Habría que ordenar un tanto las expresiones para que resalte la ilación. El Hijo es «tu Verbo inseparable, por quien has hecho todas las cosas». No podía faltar, siquiera de pasada, un canto a la creación, como principio de todo lo que el Padre ha emprendido en su designio. «A quien en tu complacencia», frase de difícil traducción, como tantas otras: «beneplacitum tibi fuit», traduce la versión L de Verona; «volens», dice escuetamente la etiópica; «en quien tienes tu compla­ cencia», traduce la GOE; «por El hiciste todas las cosas (libremente) y en El has tenido tu complacencia» (Maldonado); «a quien en tu complacencia enviaste» (Sánchez Caro); «et que, dans ton plaisir, tu as envoiyé» (Botte). Uno duda si es pobreza de lenguaje o es un laco­ nismo buscado, el de este Tácito de la tradición, que es Hipólito. «L o enviaste en la plenitud de los tiempos». Ya no es sólo la creación, sino todas las esperanzas suscitadas por Dios a lo largo de los siglos. Es su cumplimiento. El Antiguo Testamento es, por tanto, convocado a esta cita con el designio del Padre. Y se hace con una frase que gustan de repetir los autores inspirados del Nuevo Testa­ mento: (Cf. Col 4, 4; Hch 1, 7; Me 1, 15; 1 Cor 10, 11; Ef 1, 10; Hb 1, 2; 9, 26; 1 P 1, 20; 4, 5): «la plenitud de los tiempos». «Y a quien enviaste desde el cielo al seno de una Virgen, como salvador, redentor y mensajero de tu designio». Los comentaristas ven aquí una expresión de la peculiar teología de Hipólito sobre la gene­ ración del Logos en tres estadios: antes de la creación, «inseparable»; en la creación: «por él hiciste»; en la encarnación: «lo enviaste al seno de una virgen» 58. La expresión «mensajero de tu designio» puede tener en este contex­ to mayor importancia de lo que parece a simple vista. Tanto si apunta al pasaje de Isaías 9, 5, que es un texto mesiánico, y como tal ha sido empleado en la liturgia (Cf. nota de la Biblia de Jerusalén), como si se trata del Angel del Gran Consejo, que interpretan los LXX, alude a la misión reveladora del Hijo, no sólo extendiendo los brazos en la cruz como salvador y redentor, sino también anunciando el Reino de Dios con su vida y con su palabra. De no ser así faltaría una refe­ rencia a la vida pública de Jesús, que no puede estar ausente en la 58. C f. B. C apelle , Le Logos, Fils de Diue dans la théologie d'Hippolyte, en Rech. Théol. Ane. Méd. 9 (1937) 109-124.

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