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DE LA ANAFORA DE LA «TRADICION APOSTOLICA» 151 para fijar el término y manifestar la resurrección, tomando pan pronunció la acción de gracias y dijo: 'Tomad, comed, esto es mi cuerpo, partido por vosotros’ . Del mismo modo el cáliz, diciendo: 'Esta es mi sangre derramada por vosotros. Cuando hacéis esto, hacedlo en memorial mío\ Por eso, haciendo memoria de su muerte y resurrección, te ofrecemos este pan y este cáliz, dándote gracias por habernos hecho dignos de estar ante ti y de servirte como sacerdotes. Y te suplicamos que envíes tu Espíritu Santo sobre la oblación de la santa Iglesia; congregándoles) en unidad, da a todos los que participan en tus santos misterios la plenitud del Espíritu Santo para confirmación de su fe en la verdad, a fin de que te alabemos y glorifiquemos por tu Hijo Jesucristo, por quien se da a ti la gloria y el honor, con el Espíritu Santo, en la santa Iglesia Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. A mén . * * * 5. Las ausencias Lo primero que llama la atención en la anáfora de Hipólito son las ausencias. Son tan notorias, que no se explican si no es por una omi sión intencionada de su autor. Veámoslas. 1. Por de pronto no se la puede clasificar en ninguna familia li túrgica. Aún no hay familias, y éste es, sin duda, su primer
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