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DE LA ANAFORA DE LA «TRADICION APOSTOLICA» 145 «El que preside hace subir al cielo, en cuanto puede, las oracio­ nes y las eucaristías» 26. Para Hipólito y para los obispos de los dos primeros siglos, hay un doble elemento que permitió mantener la unidad en medio de la dispersión. a) Fidelidad al Espíritu El primer elemento es la presencia del Espíritu Santo en medio de los creyentes. «El Espíritu Santo, dice Hipólito en el prólogo, confiere a los que tienen una fe recta la gracia eficaz para que sepan cómo de­ ben enseñar y guardar todas estas cosas» 27. Precisamente en la anáfora que vamos a comentar incluye Hipólito una súplica ardiente —epiclética— pidiendo: «que el Espíritu Santo congregue en la unidad a todos los que participan en los santos misterios, para confirmación de su fe en la verdad» 28. En los primeros tiempos se concede una gran importancia a los carismas, concretamente al don de profecía. Misioneros itinerantes re­ corren las comunidades, y los profetas se esfuerzan por renovarlas en el Espíritu. No está claro si los profetas y misioneros de que habla la Didajé son o no obispos o sacerdotes. En todo caso en el contexto de la eucaristía se ordena elegir inspectores y ministros — éiuaxoitouc mi 8 lg cx ó v o ü <;-. Aunque parecen tener todavía una consideración inferior a los profetas. (Cf. Didaj. 15, 1) «deben ser honrados entre vosotros, juntamente con los profetas» (Didaj. 15, 2 ) 29. Toda la literatura de los Padres Apostólicos está penetrada de este espíritu profético. San Ignacio de Antioquía y san Policarpo de Es- 26. San J u stin o , Apología I, 67, 5: D. Ruiz B u eno, Padres Apostólicos Grie­ gos, Madrid 1954, 258. 27. La Tr. Apt. 1. 28 . Ib., 4. 29 . Cf. las introducciones de las oo. cc. de D. Ruiz B u en o y J. P. A udet. También N . M . D e n is-B o le t, La misa antes de los libros litúrgicos, en A. G. M a rtim o rt, o . c ., 293 s s . 2

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