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PRESENCIA DE F. MAUTHNER EN LA FILOSOFIA. 51 accidentalidad. Ahora bien, lo accidental no es posible dentro de la lógica. Un objeto no existe aisladamente, sino en conexión con otros obje­ tos y, además, dentro de un contexto: el de los hechos atómicos. A su vez, el contexto de los hechos atómicos está formado gracias a las posibles conexiones entre los objetos. La cosa, el objeto, es independiente en el sentido de que tiene múltiples posibilidades de formar parte de un hecho atómico u otro. Es, sin embargo, dependiente en el sentido de que una cosa solamente existe dentro del contexto del hecho atómico. El conocimiento de una cosa, es el conocimiento de las diferentes posibilidades que tiene de formar parte en los diferentes contextos de los hechos atómicos, porque cada posibilidad está contenida en la mis­ ma cosa, es esencial a ella. «Es esencial a la cosa poder ser parte cons­ titutiva de un hecho atómico» (prop. 2.011). Por ello, el conocimiento no nos es dado por las propiedades externas de las cosas, sino por las internas. La posibilidad de las cosas es la posibilidad de todos los estados de las cosas. Ahora bien, no es el objeto mismo sino su forma lo que da la posibilidad de entrar en un hecho atómico. «La forma del objeto es la posibilidad de entrar en los hechos atómicos» (prop. 20.141). Y no es un problema de la lógica preocuparse por cuáles de los hechos atómicos existen o no, sino de las diferentes posibilidades de esos hechos atómicos. Las cosas, los objetos, sólo existen en los hechos. En qué hechos puede encajar una cosa es, según ya se ha indicado, algo que está pre­ determinado por la naturaleza de la cosa. Y esta es la razón de que no sean las cosas sino los hechos, y no sólo los hechos, sino los hechos en el espacio lógico los que constituyen el mundo. El espacio o forma lógica se muestra por medio de la combinación o concatenación de las cosas. Ahora bien, la lógica no determina ningún hecho concreto, solamente las diferentes posibilidades que hay de todas las combinaciones de cosas. De aquí, que éstas deben concebirse como las entidades últimas particulares constituyentes de la sustancia del mundo. Y únicamente pueden ser pensadas en su configuración, en su combinación. Lo mismo que no es posible pensar objetos espaciales fuera del espacio ni objetos temporales fuera del tiempo, no es posible pensar ningún objeto fuera de la posibilidad de su conexión con otros.

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