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60 ARRATE URANGA MENDIZABAL concepto de bondad no sentirían o casi no sentirían, el estímulo de ser buenos. En este caso son las palabras un suscitante motivo moral» 15. Otra de las ideas afines existente entre Wittgenstein y Mauthner es la del poder de la palabra y de su superstición. Con frecuencia, Wittgenstein nos habla de «la seducción del lenguaje», de «el embrujo que ejerce la palabra sobre el pensamiento y la actividad humana» 16. Si, para Mauthner, el lenguaje individual es imposible, sin embargo tiene su compensación en la fuerza y el poder de convertirse en acción del sujeto que lo pronuncia o que lo interpreta. Así, es aleccionadora la expresión con que se refiere a la fuerza del discurso religioso. «Cuan­ do surgió Mahoma rindió con epilepsia y valor la Arabia y un par de provincias adyacentes. Pero cuando él se trocó en palabra, en el Corán, tomó a la palabra cristiana nada menos que casi toda la costa medite­ rránea» 17. Las palabras, además de acción pueden engendrar lesiones y heridas, pues las palabras «despiertan ideas y las ideas pueden con­ ducir la voluntad a la obra que hiere o que lesiona» 18. El lenguaje tiene por sí mismo el poder de incitar a una acción. Y Mauthner, para confirmar su idea, cita a Agripa de Nettesheim (Obra mágica, I, 327): «las palabras son el medio más adecuado de comunicación entre aquél que habla y aquél que oye; y ellas conducen consigo, no sólo el pen­ samiento, sino también la fuerza del que habla, la cual va a los oyen­ tes con una cierta energía, a menudo con una violencia que modifica no sólo al oyente, sino también a otros cuerpos y objetos inanimados». C o n c l u sio n e s No cabe duda de que, al finalizar nuestro breve estudio, la impresión de un L. Wittgenstein como una suerte de «isla filosófica solitaria», según se indicó al principio, desaparece casi por completo. Los datos aportados confirman que gran parte de las ideas, tenidas por originales de L. Wittgenstein, estaban escritas y difundidas enViena con ante­ rioridad por F. Mauthner y eran conocidas por aquél. Con todo, con­ viene poner de relieve las dos conclusiones más importantes a las que podría conducir nuestro estudio. La primera es que tanto L. Wittgens- 15. F. M a u th n e r , o . c ., 87. 16. Por ejemplo, en L. W ittg en stein , Cuadernos..., 216. F. M authner de­ dica todo el c. VII al tema del «poder le la palabra». 17. F . M authner , o . c ., 243. 18. O. c., 244.

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