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56 ARRATE URANGA MENDIZABAL II. P r e s e n c ia d e F. M a u t h n er e n l a s I n v e s t ig a c io n e s f i l o s ó f ic a s A F. Mauthner no le ha sido necesaria una evolución para hablar, como se hace con L. Wittgenstein, del primero o segundo Mauthner. Este lleva en su obra un estilo «poético» y analiza hechos concretos del lenguaje, un lenguaje de la calle, común, coloquial. Y distingue diversos modos de expresión del mismo. Así, nos habla del lenguaje de los niños, del lenguaje como medio artístico, del lenguaje poético o del lenguaje amoroso. En una misma obra Mauthner encierra las ten­ dencias achacadas a L. Wittgenstein y que le han valido hablar de dos momentos diferentes en su pensamiento filosófico. 1. L. Wittgenstein y las Investigaciones filosóficas En esta obra, L. Wittgenstein abandona su antigua investigación trascendental y apriorística, para orientarse en un estudio fenomeno­ logía) del lenguaje humano. Tendrá carácter también empírico, fami­ liar e, incluso, pedestre. La filosofía es ahora concebida como investigación fáctica de na­ turaleza particular. Las proposiciones filosóficas significan en este mo­ mento las realidades habituales de nuestras prácticas lingüísticas en el cuadro de nuestra existencia. Los elementos, el pensamiento que antes había sido considerado como trascendental, son ahora rehabilitados y examinados de manera más realista. El lenguaje y la forma de vida constituyen un todo. Y es, en este punto, cuando llamará al lenguaje y a las actividades con él entrelaza­ das «juegos de lenguaje». El juego del lenguaje es una red de seme­ janzas enlazadas. Wittgenstein nos hablará de parecidos de lenguaje. Ya no existe solamente el lenguaje descriptivo, sino multiplicidad de juegos lingüísticos que no pueden ser reducidos a uno, puesto que la reducción supone eliminación de aspectos constitutivos de cada juego. Los juegos de lenguaje no pueden ser definidos. Unicamente se mues­ tran con ejemplos, dándose en ellos «aires de familia». Son, además, cambiantes. Como una suerte de juego que consistiera en ir jugando y creando al mismo tiempo las reglas del mismo. Siempre es posible una nueva interpretación de dichas reglas, un posible cambio, un en­ vejecimiento y una renovación. La observación nos facilita el descu-

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