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32 CARLOS BAZARRA pensamiento: «E l arco de los fuertes se ha quebrado mientras que los débiles se han hecho fuertes. Los que estaban satisfechos van a traba­ jar por un pedazo de pan, mientras que los débiles no necesitan hacer­ lo ... Levanta del polvo al desvalido y, de la mugre, saca al pobre» (1 Sam 2, 4-8). Lucas traducirá: «Sacó a los poderosos de su trono, y puso en su lugar a los humildes, llenó de bienes a los hambrientos, y a los ricos los despidió vacíos» (Le 1 , 52-53). Es un Dios que toma partido por los pobres. Y a este grupo de pobres lo constituye en pueblo. « Seré para ustedes Dios, y ustedes serán para mí un pueblo» (Lev 26, 12). «Dios se coloca siempre de manera incondicional y apasionada, de esta y solamente de esta parte: siempre contra los soberbios, siempre a favor de los humildes; siempre contra aquellos que tienes derechos y privilegios, siempre a favor de aquellos a quienes se les niega y despoja esos derechos» 10. El profeta Oseas recuerda a los judíos la responsabilidad de ser pueblo de Dios, que supone el seguimiento de la práctica divina de solidaridad con los pobres. Cuando se olvida este sentido profundo del nombre de «pueblo» entonces dejan de ser pueblo de Dios: «Y dijo Yahvé: Ponle el nombre de ('No-mi-pueblo” porque ustedes no son mi pueblo ni yo soy para ustedes ((El que soy}}» (Os 1, 9). Cuando el pueblo se arrepiente y cambia de vida, entonces volverán a recibir el nombre de pueblo: «Y en el lugar donde se les decía No-mi-pueblo” , se tes dirá "Hijos de Dios vivo” ... Digan a sus hermanos: "Mi pue­ blo” » (Os 2, 1-3). B) Jesucristo y el pueblo Jesucristo, recordando aquello de que «quien me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jn 14, 9) seguirá la praxis de Dios de acercarse y solidarizarse con los pobres, con el pueblo. «La teología del pueblo que evoluciona en la teología del Reino en el N. T., tiene un resumen perfecto en el texto de las Bienaventuranzas: ffBienaventurados los po­ bres porque de ustedes es el Reino de Dios” (Le 6, 20). Es decir, es el pobre el que constituye el pueblo de Dios» 11. 10. K. B arth , Kirchliche Dogmatik, II, 1, Zürich 1940, 434. 11. G. de la T o rre , Iglesia y pueblo, en Misión Abierta 1978, 138.

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