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42 CARLOS BAZARRA dijimos antes. «Intentar desmitificar la religión del pueblo, sin cam­ biar previamente los condicionamientos económico-sociales que están en la base de la conducta popular, es llevar una nueva cruzada contra el pueblo, al querer influir directamente en el nivel de las repre­ sentaciones religiosas y corregir las formas simbólicas en las que los pobres expresan su vida» 40. El movimiento hacia el pueblo pobre no ha de ser dominador, sino liberador. No puede fomentar su forma pasiva, mantenerlo en una actitud de mero conformismo, de reducirlo al papel de puro asen­ timiento, de reservarle únicamente el «amén». Hay que crear espacios de libertad, en los que el pueblo sencillo tenga su palabra creadora, su autonomía, sin tener que pedir permiso a la jerarquía para lo más mínimo. La Iglesia no puede estar en plan inquisidor, exigente e impo­ sitivo, haciendo que las pobres gentes se sientan vigiladas, sino fomen­ tando una actitud de servicio y diakonía, no sólo con palabras, sino realmente. La esencia del Reino de Dios es la fraternidad, no la des­ igualdad. La jerarquía, la organización, las estructuras, tienen que estar al servicio de los pobres, no al revés. C o n c l u sió n La praxis eclesial en este movimiento dialéctico y circular, de pueblo pobre (Ojlos) a Pueblo de Dios (Laós), y de Pueblo de Dios a pueblo pobre, no puede ser otra que la realización de la evangeliza- ción, que es liberación integral para constituir el Reino de Dios en una perfecta hermandad. En las condiciones de este mundo, la frater­ nidad como expresión de la única filiación divina para todos los hom­ bres, siempre quedará como utopía y esperanza, como imán y fuerza de atracción escatológica, nunca acabada, siempre iniciándose. Podemos sintentizarlo como lo hace Victorio Araya: a) Escucha del pobre, que nos interpela desde su situación y anhe­ lo de liberación. b) Acogida del pobre, como lugar de presencia de Dios en la historia. c) Servicio al pobre, en gestos concretos y eficaces. No sólo para aliviarle, sino para transformar la situación injusta en que vive. 40. Id., a. c., 75-76.

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