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¿QUE SIGNIFICA EVANGELIZAR AL PUEBLO? 41 dominador, aunque sea nacional, resulta extranjero a lo que es la fuente misma de la nación. Por lo tanto, una afirmación nacional que pretende dejar de lado el establecimiento de la justicia en el país, es una mentira y una manipulación»37. Esta es la base metafísica del pueblo de Dios, su permanente acti­ tud hacia los desheredados de la tierra. Es en este movimiento de retorno Laós-Ojlos donde el Evangelio tiene una palabra para los ricos y los poderosos: donde los Zaqueos de todos los tiempos descubren su propia misión y cómo encontrar la salvación: «Hoy ha llegado la sal­ vación a esta casa» (Le 19, 9). Aquí reside el sentido de la opción preferencial pero no exclusiva de que habla Puebla 38. En este movimiento de retorno del Pueblo con mayúscula al pueblo con minúscula, hay que evitar la relación de dominación. «En esta forma de concretar la evangelización se critica directamente el mundo religioso de los pobres. De hecho se convierte en una reflexión de los superiores sobre los inferiores, se hace desde fuera y desde arriba por parte de católicos no populares. Es una acción de fuertes en favor de débiles, en la que éstos últimos son abordados en aquello que no son, en su debilidad, en su importencia» 39. Tal tipo de evangeliza­ ción sería antievangélica. El Evangelio hay que transmitirlo evangélica­ mente, con métodos adecuados al mismo evangelio y no en contra del mismo. Además, no sólo ha de ser anuncio, sino realización, como 37. G . G u t ié r r e z , El Dios de la vida, en Christus, 1982, n. 556, 37. 38. P, 1165. Sólo como una curiosidad quiero citar unas expresiones es­ pontáneas de Mons. Casaldáliga, a propósito de la opción preferencial por los pobres: «Se dice —y con cuántos subterfugios— que la opción por los pobres ha de ser preferencial y no excluyente. Si la opción por los pobres es ponerse al lado de los pobres y contra su pobreza y marginación, la opción que también se haga por los ricos deberá ser ponerse al lado de sus personas pero contra su lucro y privilegios. Si no es así, volvemos a lo de siempre: todos hermanos en Adán y en Dios, pero cada uno en su lugar social, y unos pasándolo muy bien y otros pa­ sándolo muy mal. Siempre me ha dado mucho recelo ese "preferencial" de la opción. Una albarda, que es albarda sobre albarda si todavía se le añade un "no exclu­ yente" a la opción» (P. C asaldáliga , En rebelde fidelidad, Bilbao 1983, 135). En otro libro escribe: «Quien opta por los pobres, es que no es p'obre. Y quien opta preferencialmente por los pobres..., qué sé yo, es un decir, se queda también, aunque sea menos preferencialmente, con los ricos (nues­ tra santa Madre Iglesia ha sabido hacer esto muy bien durante siglos, dicho sea con perdón de todos los que somos Iglesia)» (P. C asaldáliga , Experien­ cia de Dios y pasión por el pueblo, Santander 1983, 146). 39. H. G r o e n e n , Pueblo, Religión del pueblo y papel de la Iglesia, en Se­ lecciones de Teología 1981, 75.

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