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LAS FORMAS FUNDAMENTALES DEL AMOR 13 solitudo con Duns Escoto, soledad radical con Ortega, personeidad con la fórmula metafísica acuñada por Zubiri16. Con estos conceptos me- tafísicos se significa que en un primer momento la persona es plena y total responsabilidad. Por ello, es capaz el hombre de tener hacia sí un amor en que afirme su ser y acepte el propio destino. Por otra parte, juzgo de capital importancia situar el problema del amor en la persona. Un descenso del amor en la escala antropológica puede trocarlo en nefasto. En el apartado cuarto expongo un ejemplo típico de ello. Me refiero al filósofo francés F. Le Dantec, cuyas obras pedía M. de Unamuno a su amigo en París Jiménez Ilundáin para irritarse con su lectura. Desde su materialismo evolucionista estudia Le Dantec las tendencias humanas exclusivamente como meros impulsos biológicos. Y sentencia que no hay otro amor que el egoísmo. Todo eso de la vida ética humana individual y social, los ideales y convenciones humanas, no son más que disfraces de un egoísmo claro o larvado. El título de una de sus obras proclama esto bien alto: L’egóisme seule base de toute société 17. Esta obra de Le Dantec tiene el mérito en su ruda claridad de hacer patente que si las tendencias humanas se inser­ tan en la biología, se acaba ineludiblemente en lo que Th. Hobbes proclamó cínicamente: Homo homtni lupus. Vio bien claro que en biología no hay otra ley que la ley del más fuerte: the struggle for lije, como dos siglos más tarde diría Ch. Darwin. Concluyo este capítulo con un análisis de la disputa en torno al amor puro, al polo opuesto del egoísmo de Le Dantec. Enfrentó esta disputa del siglo xvn a dos grandes jefes de la Iglesia de Francia: Bossuet y Fenelon. En este momento me permito exponer un intento de superación de esta disputa desde la exposición dada del amor a sí 16. Sobre la persona, « ultima solitudo» según Duns Escoto, he reflexio­ nado en mi estudio: Doble plano metafísico de la persona en la filosofía de Duns Escoto, en Acta Tertii Congr. Scotistici Internat. Vindobonae 1970, Ro- mae 1972, 293-315 (publicado también en Naturaleza y Gracia 17 (1970) 269- 299). J. Ortega y Gasset repiensa este tema sobre todo en su obra El hom - y la gente, II. La vida personal: O. C., t. VII, 99-110. X. Zubiri expone este primer momento de la persona como poseerse, pertenecerse a sí mismo en cuanto es personeidad —neologismo zubiriano—• en Sobre la esencia, Ma­ drid, Soc. de Est. y Publicaciones 1962, 504-505. Lo hace de un modo breve y con todo muy pregnante. 17. F. le D antec , U égoïsme seule base de toute société. Etude des défor­ mations résultant de la vie en commun, Paris 1912. El lema del frontis del libro resume el contenido del mismo: «Si l'égoïsme est la base de notre édifice social, l'hypocresie en est la clef de voûte».

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