PS_NyG_1985v032n001p0007_0028

12 ENRIQUE RIVERA nota primaria. Es obvio que el filósofo se pregunte entonces por la raíz última de este tétrico suceso humano. De él se han dado muchas respuestas, suscitadas por la trágica tendencia de la humanidad de hoy que, según A. Camus, va camino del suicidio. La mejor motivada me parece ser la que considera el suicidio como problema ontológico a la luz de una metafísica profunda. La de X. Zubiri nos habla de que la religación es algo constitutivo del ser humano. Pienso que la negación de esta religación deja al pobre hombre, nunca más pobre que en su contingencia metafísica, en manos del vacío, de la oquedad sin fondo de que habla tantas veces Unamuno. Ahora bien; la oquedad, el vacío empujan hacia sendas tortuosas que llevan muchos veces al abismo suicida. La segunda nota del amor a sí mismo es la aceptación de sí. Con este título R. Guardini escribió un libro pequeño, pero encantador. Lo dirige a las almas en lucha consigo mismas para que se acepten como son. Y desde esta aceptación realicen el plan divino que Dios tiene sobre ellas 14. La actitud del desesperado contradice esta aceptación cristiana. La obra de Sóren Kierkegaard, La enfermedad mortal (O de la desespe­ ración y el pecado) analiza de modo insuperable esta vertiente nega­ tiva del amor. Distingue una doble desesperación: por debilidad, en virtud de la cual uno no se acepta como es, como Dios ha querido que sea; y la desesperación por obstinación, yo diría mejor, por so­ berbia, motivada por la pretensión de elevarse a lo que uno no es capaz de ser ,5. Es la desesperación de Nietzscde y de tantos super-hombres de la historia. En un tercer apartado trato de cómo el auténtico amor a sí mismo con las dos notas de afirmación y aceptación tiene que insertarse en la persona. Sólo, en efecto, la persona puede realizar este amor cuando es recto. Pero en la persona es necesario distinguir un doble plano: el de la independencia y autoposesión, el de la apertura y comunicabili­ dad. El de la persona como apertura será punto referencial en las diversas formas del amor hacia el otro. El de la persona como inde­ pendencia y autoposesión nos fundamenta la primera vertiente del amor, que es el amor a sí mismo, al declarar que la persona es ultima 14. R. G u a r d in i , La aceptación de sí mismo, trad. J. M. Valverde, Ma­ drid. Guadarrama 1962. 15. S. K ierkegaard , La enfermedad mortal (o de la desesperación y el pe­ cado), tra d . D. Rivero, Madrid, Guadarrama 1969,

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz