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LOS SANTONES DE PROVENZA 497 Los viejos, a los que han informado de la buena nueva, sin hacer caso de los consejos, se han unido a ellos igualmente: los unos cabalgando en burro, otros subidos en carreta, en fin, otros a pie valientemente. Tenemos a la vieja con la estufilla, que ha tomado la precaución de llevar este recipiente donde se amontonan las brasas para poder calentarse los pies en un descanso. Otra lleva en la mano, para alumbrar el camino, un pabilo de aceite: es la vieja de la lámpara. También está, llevando un haz de leña a cues­ tas, la mujer del leñador, que se llama también la ’vieja del haz’. El leñador, llevando de igual manera su haz de leña, la acompaña. A veces los viejos que van en parejas han entrado en el nacimiento a través de las Pastorales. Venidas de la Pastoral de Maurel tenemos a Margarita subida en su asno con un cesto en el brazo al lado de su marido Jordán sosteniendo el paraguas. A Jordán y Margarita se les ve también yendo cogidos del brazo al abrigo de ese gran paraguas rojo. Cerca de ellos encontramos a Roustide y a su farol que ya no dejarán el nacimiento más que en la Pastoral de Maurel. Salidos de otra Pastoral La Bistagne compuesta por Bistagne y Gauthier; otra pareja que se ha hecho popular es la de Grasset y Grassette, emparejados en un mismo zócalo y que van lentamente a llevar sus dones a Belén. Los niños, a quienes hubieran querido dejar dormidos, han oído todo y ahí van corriendo para ser los primeros ante el recién nacido. A pesar de la prisa no han olvidado llevar sus presentes. ¿Qué tendré en mi bolso? Dice uno de ellos en un villancico, miel, juguetes, dos pichones y una hogaza pequeña. La pareja de niños, llevando regalos y el Niño de las frutas se encuentran gene­ ralmente en el nacimiento, así como la mujer con el niño que hemos encon­ trado ya y el hombre con el niño a cuestas. Los TRABAJADORES MODESTOS Fuera de las actividades esenciales del mundo rural, ejercidas por sus dos grandes comunidades, la de los pastores y la de los campesinos, el pueblo co­ nocía pequeñas industrias, humildes oficios del terruño que aportan un recurso complementario como la caza y la pesca. Episódicamente se veían pasar arte­ sanos y vendedores ambulantes. Igualmente se veían vagabundos, gitanos y mendigos. Todos estos trabajadores modestos han tenido acceso al nacimiento. La presencia del cazador, encarando el fusil, podría parecer insólito, puesto que la caza está prohibida en este día de Navidad. Pero en esta «primera Na­ vidad» la tradición aún no estaba establecida y además este cazador vuelve la cabeza del lado donde no está el fusil. Tranquilizadora y agradable anomalía debida, de hecho, a las contradicciones del moldeado. No hay que olvidar que para paliar la escasez de la carne de la carnicería, los provenzales fueron y son grandes cazadores. Podemos encontrar al cazador delante del nacimiento, en-

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