PS_NyG_1984v031n003p0493_0509

496 CHARLES GALTIER sido revelado a los pastores, es por lo que la Navidad es una Pastoral. Están en el nacimiento en gran número: el viejo pastor apoyado en su bastón y que vigila su rebaño, el pastor y su perro, la pastora, los zagales... Puede extrañarnos el encontrar un guarda de noche en pleno invierno, cuan­ do sólo en verano los pastores hacen pastar a su rebaño durante la noche. Pero, está escrito en el Evangelio según San Lucas que la buena nueva es anun­ ciada a los pastores que velaban durante la noche su rebaño. No se dice que fuera la noche de Navidad. Rápidamente, prevenidos, estos pastores despiertan al pueblo, se ponen en camino, llegan los primeros a Belén y ofrecen sus presentes. Aquí está el pas­ tor que lleva el cordero sobre sus hombros, el pastor ofreciendo el cordero, la pastora con la cabra y el zagal con sus quesos... Los ALDEANOS También los aldeanos se conmueven. De granja en granja, de casa en casa, cada uno alerta a su vecino. Se despiertan, dudan, se preguntan, luego se ma­ ravillan. Rápido, hay que darse prisa, preparar las provisiones para el camino y los regalos para el recién nacido. Pronto una multitud se pone en marcha. Otros seguirán, como esta campesina, que antes de partir, echa grano a las gallinas: la granjera dando grano a las gallinas. Abandonando su molino, el molinero y su asno, llevan grandes sacos de harina; el panadero, tampoco ha olvidado su cesta de panes que lleva al hom­ bro. El campesino en camisa, camina en compañía de la lavandera que llevan en la cadera una cesta blanca con lienzo. La hilandera y la tejedora le siguen; la una hilando la lana de su rueca, la otra tejiendo. También está la lechera con su medida de hojalata y su cántaro de leche, la aguadora, la mujer con el cántaro, un cántaro que lleva en la mano o que se­ gún la antigua usanza ha puesto en la cabeza. Encontraremos a la mujer con el niño y a otras muchas delante del nacimiento haciendo la ofrenda al Niño. LOS VIEJOS Y LOS NIÑOS Para ir a Belén el camino es largo y duro en esta noche de invierno y oímos tanto en los villancicos como en las Pastorales que muchos hombres piensan dejar en el pueblo a las mujeres que tardan en prepararse, a los niños que se cansarán demasiado pronto, a los viejos y a los débiles a quienes sus piernas apenas si pueden sostener. Pero las mujeres, mejor que los hombres, sabrán tener cuidado de la parturienta y del recién nacido, por lo demás, no temen el esfuerzo y saben, en Provenza, desde hace mucho tiempo, hacerse oír de sus esposos. Así, pues, también se han unido al grupo.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz