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494 CHARLES GALTIER na suerte a la mesa de la ’gran cena’, a la comida de vigilia que se toma la víspera de Navidad. En este decorado agreste en que se acaban de colocar los santones, también se encuentran, con seguridad, los animales familiares que se han convertido en santones. El Asno y el Buey que calentarán con su aliento al recién nacido, estarán en el establo. Al asno lo veremos también llevando albarda o arras­ trando una carreta, o simplemente sirviendo de montura. Carneros, ovejas, cor­ deros, cabras, cabritillos, no pueden faltar en esta Pastoral, tampoco los perros, hasta el gato que no estaba en olor de santidad en la cristiandad... En cuanto a los animales del corral podemos encontrarlos no sólo en los alrededores de las granjas, sino también en las manos de los que llevan presentes. A veces un oso o una mona acompañan al gitano y veremos entrar en el nacimiento, el día de Reyes, a los camellos con los Magos. B elén en P rovenza No es Palestina, sino un rincón de Provenza, lo que sirve de marco a la Navidad y si la Navidad se ha localizado, también se ha actualizado para no ser un misterio lejano sino más bien un acontecimiento familiar. Ciertamente, el Niño recién nacido a quien se ha modelado siempre en cera, afirma su di­ vina esencia y manifiesta igualmente la naturaleza evangélica de la Sagrada Familia, tanto en su actitud como en su hábito; verdaderos son allí los ángeles, como este ángel que sopla y cuyas mejillas rollizas se han hecho célebres: «Se parece al ángel que sopla» dirán de alguien que tenga las mejillas así. Pero es en Provenza, en una región en la que no estamos exiliados, donde un niño acaba de nacer, elegido, sí, para una gran tarea, pero pobre y desnudo, delante de quien uno siente pena y a quien, como a todo recién nacido del pueblo, cada uno quiere llevarle su regalo. Mistral señala lo mismo al hablar de los villancicos de Saboly de donde proceden nuestros nacimientos en lo esencial, y escribía: «Si nuestro Señor, en lugar de nacer en Belén, hubiera nacido en Beaux, la escena no hubiera sido diferente... Los personajes de esta Divina Comedia son únicamente provenza- les... pastores de Luberon, labradores de Barthelasse que reconocemos fácilmen­ te... y que vemos cada día guardando aun su rebaño o sujetando la esteva del arado. Mirad su traje: es el traje de Provenza, los pantalones, la capa, la ca­ misola, el chaquetón, el gorro no le falta nada, ni siquiera el tamboril para no aburrirse en el camino...». En el camino que va a Belén, Belén en Provenza, es pues el pueblo proven- zal lo que descubrimos al colocar en el nacimiento el pequeño mundo de los santones que modelan para nosotros los santoneros.

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