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LOS SANTONES DE PROVENZA 505 El nacimiento familiar provenzal acababa de nacer en los últimos años del siglo XVIII y su éxito fue tal y tan inmediato que en 1803 se abría en Marsella la primera feria de los santones. Este nombre de santón no se impondrá hasta principios del siglo XIX. Este término que significa santo o santa pequeña, puede designar los vaciados de yeso que vendedores ambulantes italianos venían a vender a Provenza y que generalmente se les llama «buenos santos». Pero más recientemente, el nombre de santón se ha dado desde entonces a las pequeñas estatuillas de arcilla, pin­ tadas o vestidas, que encontramos en los nacimientos provenzales. Antes se les llamaban estatuas o figurines y Juan Luis Lagnel, como sus compadres, eran profesionalmente designados como figureros antes de ser llamados santoneros. Mistral en su Tesoro del Felibrige (1879-1886) recoge este nombre de santo- nero, pero no le da forma femenina, lo que nos da a entender que la partici­ pación de las mujeres, numerosa hoy en esta pequeña industria, no era al principio una actividad creadora sino solamente una mano de obra comple­ mentaria. L a obra de los santo nero s La industria santonera se desarrolla rápidamente desde el primer cuarto del siglo XIX. A Lagnel vienen a unirse Antonio Bateller y sus hijos Antonio Si­ món, Antonio Pastourel (que crea los santones miniatura cuya altura no sobre­ pasa los dos centímetros), José Brutus Boyer, Francisco Garoutte... Bajo el reinado de Luis Felipe el éxito de la Pastoral arrastra el de los nacimientos y santones. Desde entonces se multiplican los talleres de santoneros, no solamente en Marsella, sino también en Aix, Arles, Aubagne, Avignon, Vaucluse, Toulon, Var... La fabricación de santones no es menos artesanal y no constituye, frecuen­ temente, más que una actividad complementaria a la que se dedica la familia del santonero. Este ejerce casi siempre otra profesión y es hacia 1930 cuando, después de un desinterés pasajero en favor de investigaciones emprendidas en el terreno de las artes y tradiciones populares, nacimientos y santones encuen­ tran un soplo nuevo. La acción de algunos «amigos de los santones» entre los que se encuentran el canónigo Arnaldo d’Agnel, Marcel Provence, Henri Véran, David Dellepiane (que fue el imaginero por excelencia de los santones), Elzéard Rougier (que fue el poeta inspirado) contribuyó ampliamente a esta renovación del santón con exposiciones, publicaciones, adquisiciones museográficas, concursos de santones y de nacimientos. El 150 aniversario de la Feria de los santones, celebrada en 1953, con varias manifestaciones conmemorativas bajo el impulso del presidente del sindicato de santoneros de Marsella, Marcel Carbonel, abre, en cierta manera, una era nue-

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