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Los santones de provenza* E l n a c im ie n t o pr o v en za l Cada año en Provenza, cuando se acerca la Navidad, en la mayor parte de los hogares, grandes y pequeños se afanan por poner, en un buen lugar de la casa, el nacimiento familiar. Los santones salen de la caja de cartón, donde habían sido guardados, después de la Candelaria, envueltos en papel rizado. Se va a alguna tienda o a una feria próxima de Santones para completar con nuevas adquisiciones la colección, que se posee, de estas figuras de arcilla y diversos elementos de decoración: palomar, granja, molino, puente o pozos..., que proponen los santoneros. Se aprovechan algunas horas de ocio y buen tiempo para recorrer las co linas vecinas donde se coge el musgo, el liquen, el brusco y ramitas de verde, con los que se va a adornar el nacimiento. Un paisaje familiar de llanuras y colinas modelado, labrado con papel de envolver, cartón y madera va a po nerse alrededor del establo o de la Gruta en que acaba de nacer el Salvador. Allí encontramos bosques, campos, vergeles, granjas aisladas, un molino, a ve ces un pueblo entero. Papel de plata, cogido de una tableta de chocolate, cor tado en tiras, se convierte en un arroyo, que salva un puente. Por aquí olivos que nos sugieren muy bien unas briznas de tomillo y un poco más allá ramos finos de retama que se convierten en cipreses. Algunas piedras se convierten en rocas, el musgo verde en prado, mientras que el fino adorno de liqúenes nos evoca la nieve, una nieve hecha también de harina y algodón. Estamos en invierno. Ninguna flor para alegrar el nacimiento, solamente ramos de pino o espárra gos silvestres, sin embargo, esta promesa del regreso de la primavera, que anun cian las escudillas de trigo de Santa Bárbara, estos granos puestos a germinar en agua a primeros de diciembre y que han brotado firmes y espesos, las bolas rojas de brusco, el brusco de las abejas, también estará presente para traer bue- * Esta colaboración es una traducción de Charles G a l t i e r , Les saníons de Provence . La traductora ha sido M.a Pilar Blanco García y ha sido publicado con la amable autorización de Ouest-France, a quien damos las gracias. Su pu blicación queda justificada en tanto en cuanto entronca con la franciscana tra dición de la Navidad.
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