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LA ANTROPOLOGIA ESPIRITUALISTA DE R. F. 485 La crítica de Frondizi se centra en estos puntos : 1. Exigencia de que la máxima de nuestra acción pueda universalizarse para ser moral. 2. Crítica a su incapacidad para resolver conflictos. 3. Crítica a su incapacidad de inspirar acciones valiosas 33. Frondizi propondrá una universalidad situacional que delimitaremos más clara y ampliamente en el apartado V, que titulamos «Vida humana y los va­ lores». Ha sido L. Lévy-Bruhl quien ha desarrollado un esfuerzo especial por mos­ trar la moral como fenómeno social. La moral es un hecho social, que depende de otras acciones sociales. Tenemos que estudiarla como fenómeno empírico sin pretender derivar ninguna norma. Repudia a la moral teórica pues se apoya en la identidad de la naturaleza humana y en la conciencia como todo orgá­ nico 34. E. A. Westermack35 es el principal ideólogo entre los subjetivistas soviéti­ cos. Estudia hechos y costumbres morales de forma empírica, pensando que los juicios morales tienen carácter emotivo, y analiza en profundidad el origen de los principales conceptos morales como bueno, malo, correcto, incorrecto, etc... Rechaza el carácter objetivo de las normas éticas pues si así fuera habría algún modo de probarlo y vemos que en la historia ética todo intento de probarlo es un fracaso. Bien sabido es, además, que el relativismo niega la universalidad de la nor­ ma moral. Sostiene que cada comunidad tiene un código moral distinto de otras, la no superioridad de un código sobre otros y la inexistencia de un principio moral universal. 2 .—Fundamentación axiológica Para Frondizi resulta evidente que debemos encontrar algo que se halle en la realidad, pero que no se agote y pueda servir de guía al comportamiento. El valor tiene ese doble carácter. Lo que hace que las cosas sean valiosas está presente y da calidad a nuestras actividades cotidianas como a los objetos que usamos; al mismo tiempo nos damos cuenta que su presencia no se agota en ellos. El criterio de valor no consiste en el agrado o desagrado que nos produzcan las cosas, sino en algo completamente distinto; porque una cosa puede produ­ cirnos agrado y, sin embargo, ser por nosotros considerada como mala, y puede 33. Cfr. IPH, 94-111. 34. Cfr. La moral y la ciencia de las costumbres , 3.a ed., París 1929. 35. Cfr. E. A. W estermack , The Origin and Development of the Moral Ideas , 2.a ed., London 1912; Ethical Relativity, New York 1932. 7

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