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LA ANTROPOLOGIA ESPIR ITUAL ISTA DE R. F. 481 por la imaginación y a las que asignamos un nombre para poder recordar el objeto. Al criticar la concepción habitual de identidad personal establece que el yo es un haz de percepciones que se suceden con gran rapidez y están en perpetuo movimiento 16. «¿Por qué sintió Hume la necesidad de dar unidad a las percep­ ciones?» 17. 2 .—Estructura dinámica {YO) a) Existencia del Yo Frondizi admite la existencia del yo, pero rechaza la concepción substancia- lista. Que el yo exista no se duda. Si la intuición no nos proporciona datos de­ finitivos para la existencia del yo, buscará otras vías. «El método más adecuado que se nos ocurre es examinar, en primer término, situaciones psicológicas con­ cretas y ver si pueden tener sentido y existencia sin necesidad de un yo, enten­ diendo por tal algo más que la suma de las vivencias» 18. Podemos afirmar la existencia de un algo que cambia solamente por alteración o ajuste interior y que no puede reducirse a una vivencia y que denominamos habitualmente yo, que es la autoconciencia propia de la vida humana. b) Su carácter funcional Una vez asentada y admitida su existencia desentrañamos su naturaleza. De todos los entes transempíricos propuestos para dar unidad al yo, la substancia fue el más aceptado, dotándola de carácter inmutable. Aquí se pregunta F ron­ dizi, «¿qué medio de acceso tenemos a ese núcleo irreductible? ¿Cómo pueden conocerse la existencia de tal núcleo v de su inmutabilidad?» 19. Acercándonos a un examen empírico advertimos el carácter permanente del yo como el mu­ table revelado por el ir y venir de las vivencias. Somos distintos sin dejar de ser los mismos. El error consiste en confundir permanencia con inmutabilidad. La experiencia nos muestra que el yo depende no de ningún oscuro núcleo sustancial, sino de lo que hace o ha hecho, de lo que se propone o puede hacer. «Su esse equivale a su facere»20. De esta manera entiende que nuestro com­ portamiento es la trama misma constitutiva de nuestro vo. El yo es algo que se constituye a lo largo de la vida. Recibimos el impulso del pasado sintiendo el tirón del porvenir. Nuestro yo tiene un carácter dinámico, por el que tiene un sentido creador, capacidad 16. Cfr. D. H ume , The philosophical works, Aalen 1964, 540 (Vol. I, IV, sec. 6). 17. YED, 102. 18. Ibid., 115. 19. Ibid., 127. 20. Ibid., 134.

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