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486 JOSE LEDESMA TAMAMES producirnos desagrado y la consideramos buena. Además, muchos de estos obje­ tos deben su existencia no sólo al hecho de ser preferidos, sino también por ser deseables. «Junto a los deseados están objetos deseables, esto es, merece­ dores de ser deseados. La distinción entre deseado y deseable es fundamental para percibir la doble cara del valor. N i hay un abismo entre lo deseado y lo deseable, ni puede reducirse éste a aqu él»36. La deseabilidad moral de un acto no se puede reducir al mero deseo de la persona, sino que es resultado de las cualidades objetivas del acto en su tota­ lidad y en una situación concreta. Lo preferible no se puede identificar con lo preferido, aunque en muchas ocasiones coincida, y en esta distinción toma parte el valor. En el análisis y estudio de una situación concreta se descubre por qué una decisión o acto moral es preferible a otro; en este análisis interviene la totalidad de la situación, las condiciones del acto y las condiciones de los va­ lores de conflicto. Pero nos interesa, ante todo, fundamentar la norma. Los autores anterior­ mente citados la fundamentaban porque enunciaba la voluntad divina o porque la comunidad aprobaba dicha norm a: «Nuestra respuesta es: porque la norma se apoya en un v alo r» 37. Esto es claro, más o menos, en una situación en la que se nos presentan dos valores: uno negativo y otro positivo, como puede ser el matar y el no matar. Los conflictos morales intensos surgen entre dos normas morales positivas y que engendran obligaciones antitéticas. Ante un conflicto entre dos normas positivas hay que aislar el valor que subyace en una y otra y optar por el superior en la situación concreta. Esto es algo claro para nuestro autor. Debemos optar por el valor superior, que cambia según la situación. Así el «no matar» puede ser colocado en se­ gundo plano en algunas situaciones, como por ejemplo para defender la propia vida. Critica a Scheler, aunque enuncia un criterio similar al suyo, pues su axio- logía es a priori, inflexible y autoritaria, apoyada en una teología. Es una ética no basada en un conjunto de prohibiciones, sino con una mi­ sión orientadora y guía. «La ética de fundamentación axiológica que propone­ mos tiene una misión constructiva, creadora. Las prohibiciones no están en pri­ mer plano, sino que son consecuencia del ejercicio pleno de una actividad posi­ tiva. Para actuar necesitamos un ideal anclado en la realidad, no una utopía. El valor encarna ese ideal» 38. La norma básica propuesta, «debes preferir el valor superior en cada situa­ ción y actuar de acuerdo con esa preferencia», adquiere un significado distinto según, claro está, la interpretación del valor que se adopte. La naturaleza del valor, su jerarquía para preferir el superior, etc... son cuestiones ineludibles 36. IPH, 144. 37. Ibid., 145. 38. Ibid., 147.

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