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446 ANTONIO LINAGE CONDE y en 1956 reiteran la alusión a la «renta del coche fúnebre», emplean­ do a continuación, quien sabe si con una subconsciente nostalgia de los idos tiempos menos erosionados por la revolución industrial, la tradicional expresión en las cofradías sepulvedanas todas de la «con­ ducción de cadáveres». Inexorable cambio, también distanciador de la entraña humana de la obra de misericordia en cuestión, de esa visce- ralidad que hizo consignar en la Regla de la Hermandad de la Santa Caridad de Sevilla, la de Miguel de Mañara m , el año 1675, que «ha­ biendo repartido las velas que llevan en los clérigos y seglares que allí sa hallaren, hecho el oficio, los diputados por sus manos sacarán el cadáver de las andas, y lo enterrarán en la sepultura, porque eso es enterrar los muertos, y lo demás es sólo acompañarlos». Parangón se­ villano que hemos traído a colación por lo sustancioso y terminante de la expresión motivadora, ya que en cuanto al contenido no hubiera sido preciso, ni mucho menos, puesto que la tal obligación física del en­ terramiento era esencial a nuestra cofradía del Carmen, hasta el ex­ tremo de que su incumplimiento determinó la expulsión de un herma­ no en 1877 169. Expulsión irreprochable, pues la aceptación de los car­ gos y de las cargas fue de siempre la condición sine qua non, como sustentadora de la entidad misma, para adquirir la condición de su miembro, pareciendo haberse la negativa, sin embargo, dado rarísimas veces 17°. Y en cuanto a su materia, no se nos olvide la índole predo­ minantemente mortuoria 171 de esta confraternidad, aglutinada por esa misericordia para con los difuntos que en el extorno convecinal se nos reviste también de una solidaridad de las generaciones en la tierra e incluso la sangre. Sentimiento piadoso ante el que llegan a detenerse hasta las exigencias de la celosa administración y ceder las inexorables reglas de la aritmética. De manera que en 1880 172 se acuerda la exclu- 168. Capítulo XV; tomamos el texto de la edición Regla de la muy hum il­ de hermandad de la hospitalidad de la Santa Caridad de nuestro Señor Jesu­ cristo sita en su casa y hospital del sr. San Jorge en la ciudad de Sevilla, Se­ villa 1900, 61. 169. Núm. 23 del apéndice. 170. Ya hemos comentado otra en 1846. En 1848 se procede de la misma maneracon un avisador; núm. 22 del apéndice. 171. Véase el núm. 24 del apéndice, como una expresión másde la susti­ tución, en un detalle económico desde luego, pero precisamente significativo por eso mismo, del vínculo de cofradía al consanguíneo. 172. Núm. 25 del apéndice.

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