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444 ANTONIO LINAGE CONDE con su ceremonial, también exigente, por tosco que fuera de un pío mínimo mobiliario, el cual sigue, igualmente cual ineludible e infa­ lible constante, haciendo de cuando en vez presencia en las cuentas. «Cinco reales de la compostura de la cruz del pendón blanco y dos garfias para el dosel del santo cristo» 159 en 1846; 48 reales del paño del santo cristo, en 1890. Y una evocación dulce y femenina, que también pasó ya, «gratifi­ cación a las religiosas por hacer el pendón», en 1958 160, concretamente las Terciarias Franciscanas de la Divina Pastora, maternales educadoras de las niñas y los párvulos del lugar 161, la congregación de la madre María-Ana Mogas y Fontcuberta, patrocinadas en Sepúlveda por la in­ fanta Isabel. Todo para asegurar el digno rezo de aquellas conmemoraciones que tanto descanso anticipado suponían para hermanos y encomendados a vueltas con los trabajos, los días, las esperanzas y los temores de su condición humana 162. La historia de la larga duración Desde luego que el archivo que manejamos es lacónico. Que, lo repetimos, al fin y al cabo no se trata de una crónica 163, sino de unos libros de contabilidad y de acuerdos. Pero también hay que tener en cuenta lo escasísimo de los acuerdos extraordinarios, y eso entendiendo por tales cuantos no tienen ya pre- 159. Este estaba en la iglesia, de donde era sacado para los entierros. 160. 100 pesetas; 50 por limpiarlo en 1961. 161. Sobre su presencia, desde 1894, en ése, Isaura P az G onzález , Las ter­ ciarias franciscanas de la Madre del Divino Pastor [nombre cambiado en los últimos tiempos]. Contribución al estudio de la vida religiosa en España du­ rante el último cuarto del siglo XIX, Madrid 1978, 341. De la protección de la citada Infanta a esta Congregación hemos tratado en nuestro artículo Dos tes­ timonios para la historia devocional de la corte borbónica de Madrid en los si­ glos X IX y XX, en prensa en la Revista española de Teología , 44 (1984). 162. Véase el núm. 20 del apéndice. 163. Véase,, por ejemplo, la nota 121 sobre la robla. No se puede acusar, a propósito de ella, de indeterminación a los redactores del LCA3, pues se es­ taban sirviendo de una expresión conocida para quienes rendían y tomaban las cuentas. Como tampoco a los del LCA1 reprochar que no se hayan sentido historiadores para informarnos de los avatares previos al acuerdo, con aquella relacionado, que así reza: «En la villa de Sepúlveda, a 24 de julio de 1946, estando juntos los hermanos de la Cofradía de Nuestra Señora del Carmen, se acordó por los hermanos sacar a remate el pan y el vino que se consumían en la función. Y para que conste lo firmó el alcalde, Felipe Velasco. Rubricado ».

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