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LA COFRADIA DEL CARMEN DE SEPULVEDA 429 tos «profanos», con lo cual el LCA3 no era necesario, permaneciendo en consecuencia mudo entre el ejercicio 1841-2 y el 1844-5. Y la otra diferencia. Que el LCAl es un libro formal, en limpio que diríamos, aunque ello no se supiera entender siempre con toda rigurosidad por aquellas buenas gentes del gremio de tejedores que debían encontrar en su seno hasta «un notario» para su buen servicio, pues de tal venía a hacer, como hemos visto, el abad de legos, mien tras que las hojas del LCA3 están abiertas a cualquier anotación, sin solemnidad ninguna pero capaz de ilustrar el acoplamiento del debe y el haber I13. Concretamente proliferan en las mismas los pagarés, por los alcances de los mayordomos sobre todo, que parecen denotar su cancelación siendo tachados con aspas o rayas paralelas o entrecruza das. A veces con notas marginales, también ilustrativas de esa su índole tan a la pata la llana y de puertas adentro. Tal ésta de 1842: «Recibió el mayordomo, de unos picos del queso y una cuartilla de vino, 4,2 reales» 114. Como en las partidas de 1840: «3 reales que dio a él (sic) Rojo a más de la cuenta». 113. ¿Y las variaciones en el coste de la vida, desde luego no tan poco variable como podría hacer creer la permanencia larga de las partidas de los gastos devocionales? En 1836 sabemos que la arroba de vino valía 16 reales, la de queso 43 y medio, y un realy cuarto cada pan, mientras que el año si guiente las cifras son de 17 reales y medio, 34 reales, y 15 cuartos. Tanta su bida en el pan, a la fuerza parece denotar que la unidad que en su caso sirve de referencia se tomó de más peso. Entre 1838 y 1839 el vino pasa de 9’12 a 14’26 y el queso en cambio de 44 a 38. ¿Diferencias en las calidades? Posible. Tengamos además en cuenta que hay algunos indicios de que el aprovisiona miento se subastaba (cuando en 1961 la norma se impone, no se habla de pre cedentes o interrupción, pero ello no es argumento concluyente ni mucho me nos). El pan bajó de 11 cuartos y medio a un real. Y a 6 cuartos nada menos en 1840. Parece que se cuenta por reales o cuartos según cuadre al precio en cada caso (así en 1871 el pan a 3reales, y al año siguiente a 11 cuartos). La medida del vino oscila también sin regla fija entre arrobas (vg., 1871) y cánta ras (1873); y en 1879 se hace constar la identidad local entre cántara y arroba. Mixtamente aparecen en 1903 8 cántaras y 23 litros. Un capítulo que sorprende es el coste de la «función de iglesia». En 1872 subió de 65 a 77 reales (había empezado con 42 en 1790), y se mantuvo así (contándose en pesetas, 19’25, des de 1915) nada menos que hasta 1935 y 1939, en que apenas sube (20’50 y 22’50), para dispararse a 125 en 1942 (no hay datos para 1941) y bajar a 100 en 1944. Tampoco habían oscilado mucho las cuotas de hermano (de 11 reales en 1872 a 16 en 1939). Mientras que en 1872 se gastaron en pan y vino, respectivamente, 48’24 y 167’50 reales; y en 1939, 90 y 173’45 pesetas (si bien había 46 hermanos en 1872 y 100 en 1939). 114. «11 reales que he cobrado de picos», en 1843.
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