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LA COFRADIA DEL CARMEN DE SEPULVEDA 427 ¿Por qué, pues, esta duplicidad? Nuestra respuesta se ve compli cada por la circunstancia esencial de que las cuentas del LCA3 nunca son iguales a las del LCA l. Y no sólo eso. Sino que son contradictorias, que no se limitan, ni mucho menos, a desarrollar con más detalle las de éste o a consignarlas con un criterio contable distinto. En efecto, de las cuentas que según el LCA3 hubo de rendir el mayordomo José de Frutos, al folio inicial del manuscrito, sólo figu ran las de gastos y no concuerdan con las del LCAl 108 salvo en algunas partidas 109. Siendo la diferencia más llamativa la adición en el LCA3 nada menos que de 316,14 reales por vino, pan, queso y robla del que so, cuando todos los gastos en ese ejercicio según el LCAl no pasaron de 200 reales no, y todos los demás según el LCA3 se redujeron a 145. La desproporción asusta. Y nos pone sobre la pista. O sea, que el LCA3 surgió para disimular la exorbitancia de los gastos profanos de la cofradía, concretamente los destinados al buen yantar y libar de sus hermanos en las reuniones de «la casa acostumbrada», gastos que en el LCAl ni siquiera se mencionan. Disimulo para el que por otra parte había poderosas razones, según veremos pronto sin esfuerzo. Y que sería «justificación» suficiente de la existencia del LCA3, aunque no nos dispense de investigar el detalle de las demás diferencias que haremos seguir. El LCA3 consigna ese año 3 reales «del entierro de nuestra her mana Francisca Antona»; y en 1854 otros tantos por el «entierro del tío Torres». Partidas que otra equivalente de 1846 nos aclara, los mis mos tres reales por «el vino del entierro del párvulo de Antonio Ber zal». Pero, ¿por qué sólo algunos sepelios llevaban ese gasto consigo? ¿Quizás por corresponder a hermanos que lo eran solamente de esta cofradía y así requerían más esfuerzo por su parte, el de todo el en terramiento material concretamente? Es una hipótesis, pero para darla por buena hay que reconocer que resultan demasiado escasos, más de lo que uno podría pensar de la correlativa proporción de quienes en esa sugerida circunstancia estuvieran. Ahora bien, nuestra pista inicial 108. Documentos núms. 7 y 8 del apéndice. 109. 84 reales, por 6 oficios de otros tantos hermanos muertos ese año, a 14 cada uno (aunque en el LCA3 se especifiquen nominatim, mientras en el LCA l sean englobados anónimamente); 12 reales a la fábrica de la iglesia y 16 reales al ayuntamiento «por conceder la salida en las procesiones, como a las demás hermandades, a las insignias» de ésta, según venía siendo habitual desde 1793. 110. Incluyendo 72 de extraordinarios por «compostura» de las varas.
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