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LA COFRADIA DEL CARMEN DE SEPULVEDA 425 garantías de indisolubilidad, pues en la segunda y última visita episco­ p a l" , la que el día 11 de diciembre de 1816 lleva a cabo personalmen­ te el obispo Isidoro Pérez de Celis 10°, manda al párroco de Santiago «que averigüe por todos los medios posibles el paradero de las consti­ tuciones referidas» y de nuevo, que las «una a continuación de este auto». Pero ni de la previa pérdida, ni de esta unión —el auto le tenemos intacto en el libro— si llegó a tener lugar, sabemos ni pode­ mos conjeturar nada; ni de su recuperación hasta que en el inventario siguiente, el formado por Antonio Bermejo 101 para Juan López Redon­ do en 1818, se habla otra vez del «presente libro unido con las orde­ nanzas que están al principio de é l 102, forrado en cabrétilla (sic) 103, en trece foxas (sic) útiles», cuando las reservas de cera han pasado a ser intermedias, dos hachas y dos medias hachas, y, lo que ya sí es un enriquecimiento, hay además de las varas, «dos pendones, el uno blan­ co y el otro negro», en consecuencia también para las procesiones y entierros 104, respectivamente. Y sin variante alguna casi veinte años 99. En las cofradías de Plagas, la Transfiguración y San Marcos, conserva­ mos las visitas llevadas a cabo el año 1851 por fray Francisco de la Puente; y en las dos primeras las de fray Rodrigo Echevarría y Briones, estando la men­ ción y consecuencias de ésta reflejadas también en la documentación del Cor­ pus. Nada de ellas en el Carmen (sobre las de fray Rodrigo, y una alusión al Carmen mismo véase nuestro artículo citado en la nota 4). En las cuentas de 1842 (según LCA3; LCA1 no tiene las de ese año) son data «diez reales pagados al señor obispo para la santa visita». 100. Documento núm. 12. 101. Al ser sucedido el año 1813 Vicente Bermejo por Antonio Bermejo no se formó inventario. 102. ¿Acaso esa unión y su posterior separación para aportar las ordenan­ zas al expediente de la supresión donde se perdieron explican lafalta de los folios, o al menos del folio inicial del LCA1? 103.«Encarnado», que precisa el siguiente inventario de 1837. 104. «Año de 1825. El 31 de diciembre de 1825 se enterró (sic) don Ani- casio (sic) Colmenares, encomendado. Lo que certifico como abad. José López Redondo», dice una de tantas iguales notas, aunque, lo reiteramos, los enco­ mendados no son frecuentes. En este caso el apellido hidalgo, desde luego no era normal que correspondiese a un tejedor. A ese propósito notamos en esta primera etapa, o sea la gremial, la desproporción de los López, casi una ter­ cera parte del total. También abundan los Cristóbal, aunque no tanto —pero hasta el extremo de que siempre se abrevia su escritura— si bien ello ya era y aún sigue siendo común en la villa (por la antigua titularidad de San Cris­ tóbal en el hospital y casa de expósitos). Véase, C. S á ez S án ch ez, La Casa de Caridad de Sepúlveda. Propiedades. (1423-1454), en «El pasado histórico de Cas­ tilla y León. I Congreso de Historia de Castilla y León» I (Burgos, 1983), pp. 371-86.

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