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LA COFRADIA DEL CARMEN DE SEPULVEDA 407 de nuestra hermandad, donde al igual que en las demás sepulvedanas 26, había una proporción elevada de no practicantes habitualmente. La guerra radicalizó ambas posturas — tengamos en cuenta la ubicación de Sepulveda en la zona franquista. Y el aumento de los últimos años le creemos un tanto artificial, uno de tantos ecos del incremento de un turismo masivo27, con una abundancia de miembros en algunas hermandades que mal cuadra con la escasez de los dispuestos a desempeñar los cargos de las mismas, si bien ello no se deba en todos los casos a la falta de adhesión al santo instituto de cofradía, o a la condición de forasteros y meros visitantes hedonistas de buen número, sino a las obligaciones ineludibles a los horarios prefijados de los trabajadores por cuenta ajena, mayoría in­ cluso en la tranquila villa, e incompatibles con las esporádicas asisten­ cias de no hacedera previsión que los estatutos confraternales y los acontecimientos contingentes reclaman. La iglesia, los cortejos y «la casa acostumbrada» No se trata de pasar caprichosamente de la erudición a la literatura en un espacio donde no hay huelgo para ello. Pero nuestro conoci­ miento inmediato desde la infancia, ya medio siglo ha, de la cofradía que estamos estudiando28, creemos nos ha despertado una intuición, en el mismo plano historiográfico, de las mentalidades que la dieron vida y la mantienen, justificadora de este breve interludio evocador vivencialmente de su misma sensibilidad determinante. Que es ante todo el rumiarse, por los caminos de una historia de la larga duración, de la ambivalencia de la condición humana y la soli­ daridad biológica y teológica entre los vivos y los muertos. Manifestada al exterior mediante toda una atmósfera ritual, cere­ monial sí, pero urdida de un tejido de rúbricas espontáneas arraigadas en la tierra y por eso investidas ineludiblemente de su significado in­ mediato, tejido injertado a su vez en la universalidad romana de la liturgia católica sin más. 26. Mucho menos en la del Corpus. Estos datos e impresiones nos constan por nuestro conocimiento directo del «paisaje y el paisanaje». 27. Sin ánimo polémico, reflexionemos un poco en las motivaciones del éxito aparente de ciertos años santos contemporáneos, por ejemplo. 28. Y de las demás sepulvedanas.

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