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406 ANTONIO LINAGE CONDE cunstancias, o al menos esa debió ser su imagen en el ambiente, lo cual determinaría un descrédito que tardó en enmendarse. Y entonces los sorprendentes y paradójicos aumentos de Plagas y la Transfigura­ ción se explicarían justamente por lo contrario, tanto que hay que su­ poner que también en el Corpus —del que no tenemos datos desde 1846 hasta 1874— 24 las cifras debieron ser paralelas proporcionalmen­ te a las del Carmen25. El mayor prestigio de Plagas en la macabra circunstancia pudo deberse a su tradición particularmente asistencial, «de hospital y cárcel». En cuanto a Duruelo, era más popular que el Corpus en su reclutamiento y composición, menos elevados sus miem­ bros en la jerarquía social. ¿Estaría este dato igualmente en la justi­ ficación del fenómeno supuesto en cuanto a ambas atañía? Natural­ mente que no podemos aventurar ninguna respuesta, al ser condicional el mismo interrogante. La recuperación desde 1891, el descenso desde 1904 y el nuevo aumento desde 1920, nos parecen oscilaciones genéricamente naturales, para cuya explicación pormenorizada desde luego nos faltan las fuen­ tes —no perdamos de vista la ya aludida pérdida paulatina de su con­ dición gremial. La baja de 51 en 1918 a 44 en 1919 se debe, sin lugar a dudas, a la conocida epidemia de gripe— la «spanish influen­ za» de la historia coetánea europea. ¿Y desde 1928? Ahora, y hasta la postguerra, sí que la motivación de los altibajos que dejamos apuntados, nos parece más claro está en las repercusio­ nes de la historia nacional. Concretamente a la ambivalencia entre el potenciarse del sentimiento religioso de los católicos practicantes ante el impulso del anticlericalismo ya amenazante en aquellas vísperas de la segunda república, y una correlativa corriente de intransigencia en un sector de las clases populares políticamente de izquierdas, pero hasta entonces vinculadas a tradiciones locales de raíz pía como era el caso 24. De San Marcos no nos constan más que en 1923, 34 hermanos y Í1 viudas; 1924, 8 viudas; y 1958, 74 hermanos y 7 viudas. 25. El Corpus aumentó desde 242 hermanos en 1875 a 281 en 1879. No volvemos a tener sus datos hasta 1887, con 224; no nos constan los de 1888; son 208 en 1889, 213 en 1890 y 197 en 1891. Claro está que ya es imposible explicarse esos fragmentos de su curva por el trasnochado acontecimiento epi­ demial. Pero lo cierto es que sí nos acusan una limitación de la postulada analo­ gía de su balance, en cuanto le conocemos, con el nuestro del Carmen.

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