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LA ETERNIDAD DEL TIEMPO SEGUN GROSSETESTE. 347 Arguit autem magister Ricardus de Sancto Victore quod tempus non sit infinitum ex parte ante. Hoc, scilicet totum tempus usque ad nunc, preteritum est sed quicquid est preteritum, aliquando fuit presens. Nichil igitur temporus est preteritum quod non fuit presens. Igitur presens fuit antequam aliquid esse preteritum, et ita preteritum finitum est (Com. in Octo Phys. V III, pár. 63; ed. Dales, 154). En el fondo de tal argumentación está supuesta, a su vez, la idea de «lo en sí», cognoscible para Dios: el tiempo antecedente es finito porque es determinado para alguna inteligencia, a saber, la divina. Los pensadores cristianos usaban, sin quererlo, los contenidos conceptuales que les daba su fe. Eso explica que incluso se postule la validez del argumento apuntado también con relación al futuro, caso en eí cual ni siquiera puede hablarse de algún tipo de determinación «en sí», puesto que aún no ha sucedido. Grosseteste sin duda apreció la difi­ cultad de tal crítica, y por eso vconsideró conveniente apuntarla con algunas otras ideas. Consimiliter potest esse raciocinacio de futuro: licet idem magis­ ter Ricardus non retorqueat ea ad futurum, probant eciam aliqui tempus finiri ex parte post hoc modo; omnia facta sunt propter hominem; motus igitur celi est ut per ipsum sit continua gene­ rado et corrupcio, inquantum hec mutaciones et alie sunt homini ad necessitatem vel adiumentum. Igitur cum non egebit homo hiis mutacionibus, non erit causa quare celum moveatur. Stabit ergo celum et finietur motus et tempus cum cessabit hominum generacio {Com. in Octo Phys. V III, pár. 64; ed. Dales, 154- 155). Estrictamente, para invalidar el argumento aristotélico, no es nece­ sario demostrar la finitud del tiempo antecedente y posterior, pues basta con lo primero. En ese sentido podría hacerse valer el argumento del maestro Ricardo. Pero Grosseteste ha comprendido que invalidar un argumento aristotélico no significa probar la finitud del tiempo en sentido absoluto, vale decir, el contenido de revelación según el cual el mundo tuvo un comienzo y tendrá un fin. Entonces es preciso aña­ dir un argumento suplementario. Pues aun referido al futuro, si bien debe conceder el oponente que los lapsos considerados siempre serán por necesidad determinados, ello no impediría afirmar un proceso in­ definido.

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