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ANTONIO CASO O EL EJERCICIO DE LA. 323 la resolución del primer problema; pero, además de pensar, queremos, deseamos, simpatizamos, amamos; esto es, el mundo no sólo nos im porta como objeto de conocimiento, para averiguar sus atributos, sus leyes, sus transformaciones, etc.; sino como objeto del deseo, como móvil de la voluntad» 2. En virtud por tanto de la misma naturaleza de la realidad humana, la filosofía, como esfuerzo de explicación del mundo, se encuentra con una función a cumplir que conlleva una doble dimensión. Por una par te ha de decirnos qué es el mundo; y tiene, por otra, que dilucidar el valor del mundo. Sin embargo no es únicamente en razón de la espe cial condición del ser humano por lo que la filosofía ha de dar cuenta en su reflexión de esos dos aspectos. Sobre el ejercicio de la reflexión filosófica pesa además la profunda complejidad del fenómeno mundo. Reparemos en que para el pensador mexicano el mundo no designa un sector de la realidad o existencia; es decir, mundo no constituye para él la realidad cosmológica propiamente dicha, separada del hombre e indicadora de una parcela de la existencia distinta del campo estricta mente antropológico. En su concepción del mundo no se oponen lo cos mológico y lo antropológico como sectores distintos y constituyentes de «mundos» diferentes. Al contrario, Antonio Caso opera con un con cepto envolvente de mundo. Quizá podría decirse, que para él, mundo equivale a la creación, a la totalidad de lo creado. Mundo es todo lo que ha sido llamado a ser, es el conjunto de todo lo que es. Con claridad meridiana resume Caso su concepto de mundo en estos térmi nos: «Tomamos la palabra mundo como sinónimo de la existencia uni versal. Es decir, que abarcamos, dentro de la significación de ese voca blo, tanto la existencia espiritual, nuestra propia existencia, como la de todos los seres que llenan la realidad y que difieren de nosotros mis mos. Mundo es lo que es, todo cuanto es, psíquicamente o no» 3. A la luz de esta determinación conceptual del mundo se compren de todavía mejor que la filosofía no pueda ver su función exclusiva mente en el esclarecimiento puramente científico del mundo. En efecto, pues el mundo por el que ella pregunta es un mundo que sobrepasa el campo de la llamada realidad objetiva. Su mundo es también el mundo del hombre y el hombre preocupado por su suerte en el mundo. Así la reflexión filosófica ha de aplicarse igualmente a buscar solucio- 2. O. c., 6. 3. Ibid.
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